jueves, 23 de febrero de 2012

hojas negras

comienza ahora el envión estatizante como hace casi veinte comenzó el envión privatizante, la incorrección que mata a este pueblo diría Borges.


habrá seguramente un empeño para culpar al gobierno aquí y ahora nunca para decir somos bestias masificadas y culpables,


los dirigentes y nosotros,


y no habrá ni un atisbo para culpar a todos por todo el tiempo auí y ahora donde la culpa es siempre del tercero



los pueblos que no reconocen sus errores son igual a los mezquinos que se creen el ombligo del mundo











París, 9 de septiembre de 1971


 Mi querida, tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa.



Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo a punto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza –y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte.



Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo.
El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta.




Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. S





ólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra.
Escribíme, coño. Julio






EL CORO DE ÁNGELES ¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Tierra, y tú Cielo, adoradlo! ¡Con sólo una palabra creó el mundo; con una mirada puede borrarlo! ¡En Él toda ciencia se funda, toda fuerza y felicidad!





¡Adoremos sus infinitas mercedes los que, en la sombra de su sombra, una parte tenemos de su gloria! El verbo eterno cuerpo ha tomado, la creación está acabada. El Señor espera, sin tardanza, de quienquiera que de él ha recibido el hálito, un digno tributo.





EL SEÑOR Sí, la gran obra está terminada. He ahí la máquina lanzada. El creador puede descansar. Este universo, en el seno de los cielos bien asentado en su eje, millones de años podrán verlo girar sin que falle uno sólo de sus resortes. Espíritus custodios de los mundos que he hecho, lanzaos hacia vuestros orbes infinitos. Pero una vez más, espíritus amados, con vuestra presencia quiero recrearme.




¡Que de nuevo bajo mis pies pase vuestra grey, que zumba en el espacio!

No hay comentarios:

Publicar un comentario