Insolenter
dotes sine.
¿quiénes son realmente estos
bichos cualquiera arrogándose representaciones que no tienen?, qué es lo que en
realidad están queriendo lograr?, insolentes sin investiduras, se nos ha
mezclao la vida con estos mezclao, son estos que hablan igual que si estuvieran
en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches, estos enfermos que quieren
inocular el virus de la patología, para que no enfermemos también nosotros, de
rencores de odios de impotencias infinitas, de sentirse contentos con las
pálidas, de festejar que te va mal en la vida y que no solamente te fue mal en
la vida tu vida de antes, sino que además te seguirá yendo mal a vos y a toda
tu descendencia que lo único que te queda es seguirlos a ellos mientras se
enriquecen por las dudas se les derrame algo, a estos que son más corruptos que
los corruptos que critican, que por eso no conviene vivir como vivimos, donde
en realidad viven unos pocos vivos y un millón de otarios que además de
sufrirlos como insufribles tenemos que ser testigos de cómo la juntan con palas
para darnos por televisión lo que nosotros mismos compramos, así estamos, así
vamos, (CRONICAS DE INSOLENCIAS, resúmenes) En su etapa new age preelectoral,
la Presidenta recibió esta semana a Pedro Robledo, un chico del PRO que había
sido agredido por su condición sexual en una fiesta privada en San Isidro.
Entre tanto amor y luego de posar para las fotografías, Cristina aprovechó para
revelar su programa televisivo de los domingos a la noche: no se pierde
capítulo de Game of Thrones, una miniserie que HBO presenta en su tercera
temporada. “Cuando los de Direct TV vinieron a verme para anunciar nuevas
inversiones les pedí si por favor podían traerme la tercera temporada
completa”, confesó en Twitter el 28 de abril. En la red social la Presidente
comentó que su personaje favorito es la madre de Dragones. “Seguro se queda con
Robb Starck –escribió–. O con Jon Snow? Ustedes dicen que con el rubio mayor
que siempre la acompaña y que está re enamorado de ella? Puede ser”. La
anécdota presidencial sucedía un día después de que yo mismo le preguntara al
aire, a Cristina, si era o no cierto lo de Lázaro Báez, Néstor y el lavado de
dinero. “Presidenta, necesito que me diga que todo lo informado sobre Fariña,
Elaskar, Rossi, Pérez Gadín y Lázaro Báez es mentira. Por favor, dígame que es
mentira lo de los vuelos, los bolsos con euros, los paraísos fiscales. Vivo en
Argentina y quiero seguir haciéndolo, Presidenta. Díganos que estamos
equivocados o explíquenos cómo Lázaro Báez pasó, en diez años, de ser un triste
empleado de banco a un empresario de varios miles de millones”. Algo así le
dije, creo recordar, en el vértigo del cierre del programa, no conocía la serie
y me puse a verla con un interés que bordeaba lo antropológico. ¿Qué tenía
aquella historia que tanto atrapaba a Cristina? Juego de Tronos está basada en
la serie de novelas “Canción de hielo y fuego”, de George R. R. Martin, y es
una extensa historia de fantasía medieval un poco adolescente, que relata las
luchas dinásticas entre varias familias nobles por el control del Trono de
Hierro en el continente de Poniente. OK, es una historia sobre el poder, me
dije, y empecé a verla, hay un sur, porque apenas comienza el primer capítulo
de la saga la cámara recorre los restos de una batalla: cabezas cortadas,
cuerpos mutilados, meandros de sangre entre la tierra yerma. “¿Qué esperabas?”,
dice uno de los guerreros que recorre el sitio. “Son salvajes”, “¿Quieres huir
al sur? ¡¡Huye!!” “El que dicta la sentencia es el que debe empuñar la espada”,
le dice el padre a su niño de diez años antes de mostrarle cómo él mismo
decapita a un desobediente. La heroína de Cristina se llama Daenerys Targaryen,
La Que No Arde, Rompedora de Cadenas y Madre de Dragones, los palacios no
tienen escala humana, y por los pasillos bien podría pasar un ejército de
irregulares. Las paredes son de piedra y las noches de soledad y vigilia.
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