Verdad de verdades
verosimilitudes, igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches,
descubrir lo que no tiene que ser sin descartar sin saber muy bien lo que se
tiene qué ser como para avanzar, vamos por ahí sin saber muy bien lo que no es
pero también sin saber muy bien qué es lo que debe ser, encaminados que no es
el consumo o el peor consumismo la respuesta a nuevas formas de bienestar
social, que a la inversa si es por el estrés y el cansancio son pautas sociales
que nos venden que aumentan las dependencias culturales que tenemos y que
contribuyen al malestar social por el lado del hedonismo de las vanidades de
las codicias, eso no es, seguros que ya no es lo cuantitativo al menos lo más
importante en la determinación del bienestar social aunque masas enteras de
personas lo compren con tarjetas y en cuotas, tal vez esos que están en esas
generaciones si persisten sean entristecidos con oleadas de tecnologías encima
como muchos de nosotros digitales fuera de los tiempos, de avances tecnológicos
que colapsan en su obsolescencia por minutos, en eso por más brillante que se
vea no están las respuestas al bienestar social más bien esos rasgos son
disparadores de malestar social si hay exclusiones por niveles de ingresos que
impiden el acceso a conocimientos y otros soportes que nos venden, verdad de
las verdades las ideas que hay que apuntar a la parte cualitativa del bienestar
social, a la parte descontaminada, a la parte que solo indirectamente tiene que
ver con esos indicadores cuantitativos que tuvimos por referencias en las
últimas centurias; (CRONICA, partes del discurso de Mujica en Río), Permítasenos
hacer algunas preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha hablado del desarrollo
sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza. ¿Qué es lo que aletea
en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo que queremos es el
actual de las sociedades ricas? Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este
planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen
los alemanes? Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? Más claro:
¿tiene el mundo los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8
mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de
despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso
posible? ¿O tendremos que darnos otro tipo de discusión? Hemos creado esta
civilización en la que hoy estamos: hija del mercado, hija de la competencia y
que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía
de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta
globalización, cuya mirada alcanza a todo el planeta. ¿Estamos gobernando esta
globalización o ella nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad
y de que “estamos todos juntos” en una economía que basada en la competencia
despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad? No digo nada de esto para
negar la importancia de este evento. Por el contrario: el desafío que tenemos
por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis que tenemos
no es ecológica, es política. El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha
desatado, sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la
vida. No venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en general.
Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y
ningún bien vale como la vida. Esto es lo elemental. Pero la vida se me va a
escapar, trabajando y trabajando para consumir un “plus” y la sociedad de consumo
es el motor de esto. Porque, en definitiva, si se paraliza el consumo, se
detiene la economía, y si se detiene la economía, aparece el fantasma del
estancamiento para cada uno de nosotros. Pero ese hiper consumo es el que está
"agrediendo" al planeta. Y tienen que generar ese hiper consumo, cosa
de que las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. Y una lamparita
eléctrica, entonces, no puede durar más de 1000 horas encendida. ¡Pero hay
lamparitas que pueden durar 100 mil horas encendidas. Pero esas no, no se
pueden hacer; porque el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y
tenemos que sostener una civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un
círculo vicioso. Estos son problemas de carácter político. Nos están indicando
que es hora de empezar a luchar por otra cultura. No se trata de plantearnos el
volver a la época del hombre de las cavernas, ni de tener un “monumento al
atraso”. Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado, "sino
que tenemos que gobernar al mercado". Por ello digo, en mi humilde manera
de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los viejos
pensadores –Epicúreo, Séneca y también los Aymaras- definían: “pobre no es el
que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho”. Y desea más y más.
"Esta es una clave de carácter cultural" Entonces, voy a saludar el
esfuerzo y los acuerdos que se hagan. Y lo voy acompañar, como gobernante. Sé
que algunas cosas de las que estoy diciendo "rechinan". Pero tenemos
que darnos cuenta de que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente
no es la causa. La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo
que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir. Pertenezco a un pequeño país
muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay poco más de 3
millones de habitantes. Pero hay unos 13 millones de vacas, de las mejores del
mundo. Y unos 8 o 10 millones de estupendas ovejas. Mi país es exportador de
comida, de lácteos, de carne. Es una penillanura y casi el 90% de su territorio
es aprovechable. Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho por las 8 horas de
trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas. Pero el que tiene 6 horas, se
consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque tiene
que pagar una cantidad de cosas: la moto, el auto, cuotas y cuotas y cuando se
quiere acordar, es un viejo al que se le fue la vida. Y uno se hace esta
pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? ¿Solamente consumir? Estas
cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la
felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor a la tierra, del
cuidado a los hijos, junto a los amigos. "Y tener, sí, lo elemental"
Precisamente, porque es el tesoro más importante que tenemos. Cuando luchamos
por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio
ambiente se llama "felicidad humana"
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