Dos patrias tengo yo: esta y la noche.
¿O son una las dos?
No bien retira
Su majestad el sol, con largos velos
Y un clavel en la mano, silenciosa
Ella cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
Que en la mano le tiembla! Está vacío
Mi pecho, destrozado está y vacío
En donde estaba el corazón.
Ya es hora
De empezar a morir.
La noche es buena
Para decir adiós.
La luz estorba
Y la palabra humana.
El universo
Habla mejor que el hombre.
Cual bandera
Que invita a batallar, la llama roja
De la vela flamea. Las ventanas
Abro, ya estrecho en mí.
Muda, rompiendo
Las hojas del clavel, como una nube
Que enturbia el cielo, ella, viuda, pasa.
josé martí levemente y con respeto, modificado
josé martí
Estoy en el baile extraño
De polaina y casaquín
Que dan, del año hacia el fin,
Los cazadores del año.
Una duquesa violeta
Va con un frac colorado:
Marca un vizconde pintado
El tiempo en la pandereta.
Y pasan las chupas rojas;
Pasan los tules de fuego,
Como delante de un ciego
Pasan volando las hojas.
recuerdos de los recuerdos
soles y lunas
El sol y la luna dan la luz, reflectores naturales uno luz y calor cuando no se
la necesita porque es la propia luz y la otra sirve para alumbrar en la
penumbra con calor o sin calor, para alumbrar la oscuridad profunda por lo
menos los días en que el cielo no está encapotado y entonces se necesitan
reflectores de los otros los que andan con algunas baterías como la baterías de
las camionetas de la empresa, de la camionetas que andan de día pero también de
noche supervisando a los empleados y a los obreros para después pasar los
reportes en administración a sus jefes que se los pasan a sus jefes y así hasta
que llega al jefe de los jefes y de ahí en mensajes cifrados a los dueños del
ingenio, el sol y la luna sirven en los crepúsculos detrás de la polvareda de
los finales de la jornada de zafra en el surco, cuando el polvillo y la misma
tierra se levantan del piso y de la que está amontonada en las hojas y en las
janas de la caña, de la cosecha a puro machetazo y janazos que lastiman y dejan
heridas como surcos en la piel como los surcos polvorientos distintos a los que
sangran mientras se trabaja, y cuando el sol y la luna se juntan en algún
momento, en el horizonte, a Carlitos le pasa todo eso por la cabeza, pero hay
varios soles y hay varias lunas el conoce bien de estas cuestiones y eso es lo
que va calculando de los soles y de las lunas de ahora en la tardecita de
junio, esos soles y lunas que lo proveerán de las sombras y de las luces que él
necesita para la calidad de la toma y que se destaque lo que le han pedido que
se destaque, las lunas y los soles que por reflejos y contra reflejos le
permitirán lograr la nitidez que es propia de sus fotos y también de su
prestigio que por eso lo buscan cuando se necesita un buen fotógrafo, mientras
se zarandea en la cabina del camión que Don Francisco mandó para que lo
trasladen y vaya raudo con todo el equipo, la cámara el telescopio y el trípode
para inmortalizar la entrega simbólica de los paquetes que los empleados del
turco, cien coyas ahora doscientos más la semana entrante trescientos en la
siguiente cuatrocientas en la cuarta y en la quinta hasta completar los seis
mil cosecheros que tienen los días contados, bultos que han armado para los
coyas por pedido de los patrones del ingenio que también estarán presentes en
el acto que apenas durará no más de una hora, paquetes consistentes en un
colchón dos plazas dos colchones una plaza una bicicleta de hombre dos ollas de
acero inoxidables tres sartenes dos mamelucos dos pares de alpargatas y un par
de sombreros de paño que se embalaron para la ocasión en rectángulos de cartón
corrugado e hilo de yute, va calculando todo esto porque según las
instrucciones dispondrá de poco tiempo y le han pedido que por lo menos quieren
unas veinte fotos veinte por cuarenta para enviar a las autoridades
provinciales y también unas copias para los del pregón que tiene que publicar
cómo la empresa se ocupa de sus empleados, ahora que todo comienza a ordenarse
con la intervención militar y como para que no vayan con las quejas que se está
por mecanizar la cosecha y entonces miles de obreros quedarán sin trabajo pero
lo del gobierno hablarán con los del sindicato, Carlitos sigue exactamente
todas las recomendaciones de Don Francisco para que nada empañe el contrato por
todos los paquetes que entregará y pagará la empresa dinero contante y sonante
para la felicidad de todos los que recibieron vivienda la semana pasada casas
del plan vea y todo lo demás y se olviden de todas las cosas de los zurdos que
los andan aleccionando a todos los pelotudos que se prenden de sus discursos
como a las tetas de sus madres, el espectáculo para todos y a plena luz del día
que debe capturar Carlitos.
apagones y resplandores
Cada vez que se apagaban las luces en el confitería Catriel, del otro negro del
catamarqueño que nos decía que le digamos boite o bwat que no anduviéramos con
medias tintas, como él no andaba a medias tintas con las luces que iba apagando
de a poco para que las parejas intimiden y se le queden más por ahí bailando,
que nos recomendaba que no anduviéramos dándole muchas vueltas con el tema de
los nombres que a él lo que le interesaba era que le entrara la gente, y
primero las mujeres porque después entraban ellos como por un tubo y como
perros calientes, paganinis de tragos largos después de unos cuantos
movimientos de las caderas de ellas, cada vez que se apagaban las luces en la
bwat en esos aciagos días el negro mi amigo se encendía de la bronca porque se
daba cuenta que venían a cagarnos la vida, por lo bien que la pasábamos en el
boliche con las chicas él con su inefable flaca que de calentona que era no más
lo tenía mal por todos los rincones, él y ella no bailaban como nosotros que
éramos más otarios o más tímidos o lo que fuera pero las chicas miraban para
otro lado hasta que me llegó la odalisca que era justamente hermana de la flaca
del negro, cada vez que se apagaban las luces las que estaban prendidas en las
pistas se encendían los reflectores de los milicos, grandes reflectores
montados en las camionetas de la empresa que por las mañanas usaban los
ingenieros y los supervisores para dirigir a los coyas en los surcos, y
empezaba la averiguación de antecedentes y ahí el negro se ponía contestador y
por eso lo llevaban una y otra vez a la seccional cada madrugada que se daba
con un cabo calentón que no lo aguantaba como no aguantaba las ganas de
llevarse dos o tres de las chicas que se prestaban porque sacaban ventajas y
después también les pagaban, ahí nomás sin previo aviso unos minutos en los
cuales por formalismo había que recitar el número del documento de identidad y
si lo pedían había que pasar la informalidad de pasar la revista de la
portación de cara, que eran varias las caras que a ellos no les gustaban
especialmente si tenían alguna reminiscencia del tipo que más odiaban, ese barbudo
con boina y un abano en su boca que el negro nombraba tratando de hacerlos
entender de sus derechos civiles que era lo que menos les importaba, cada vez
que se prendía la luz en el cuarto de la comisaría donde comenzaba el
interrogatorio el negro se apagaba y se guardaba a silencio y se le acababan
los argumento porque esa era su forma de hacer resistencia y que nadie se
enterara de las reuniones después del colegio con la profesora de castellano de
tercero que estaba bastante bien y además el marido no le daba ni cinco de bola
porque andaba arreglando entuertos con los del sindicato.
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