miércoles, 31 de octubre de 2012

hojas especiales

Se equivocó la paloma. Se equivocaba. Por ir al Norte, fue al Sur. Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba. Creyó que el mar era el cielo; que la noche la mañana. Se equivocaba. Que las estrellas eran rocío; que la calor, la nevada. Se equivocaba. Que tu falda era tu blusa; que tu corazón su casa. Se equivocaba. (Ella se durmió en la orilla. Tú, en la cumbre de una rama.) Rafael Alberti

martes, 30 de octubre de 2012

hojas raras

LA CASA Y EL LADRILLO Me parezco al que llevaba el ladrillo consigo para mostrar al mundo cómo era su casa. Bertolt Brecht Cuando me confiscaron la palabra y me quitaron hasta el horizonte cuando salí silvando despacito y hasta hice bromas con el funcionario de emigración o desintegración y hubo el adiós de siempre con la mano a la familia firme en la baranda a los amigos que sobrevivían y un motor el derecho tosió fuerte y movió la azafata sus pestañas como diciendo a vos yo te conozco yo tenía estudiada una teoría del exilio mis pozos del exilio pero el cursillo no sirvió de nada cómo saber que las ciudades reservaban una cuota de su amor más austero para los que llegábamos con el odio pisándonos la huella cómo saber que nos harían sitio entre sus escaseces más henchidas y sin averiguarnos los fervores ni mucho menos el grupo sanguíneo abrirían de par en par sus gozos y también sus catástrofes para que nos sintiéramos igualito que en casa cómo saber que yo mismo iba a hallar sábanas limpias desayunos abrazos en pueyrredón y french en canning y las heras y en lince y en barranco y en arequipa al tres mil seiscientos y en el vedado y dondequiera siempre hay calles que olvidan sus balazos sus silencios de pizarra lunar y eligen festejarnos recibirnos llorarnos con sus tiernas ventanas que lo comprenden todo e inesperados pájaros entre flores y hollines también plazas con pinos discretísimos que preguntan señor cómo quedaron sus acacias sus álamos y los ojos se nos llenan de láminas en rigor nuestros árboles están sufriendo como por otra parte sufren los caballos la gente los gorriones los paraguas las nubes en un país que ya no tiene simulacros es increíble pero no estoy solo a menudo me trenzo con manos o con voces o encuentro una muchacha para ir lluvia adentro y alfabetizarme en su áspera hermosura quién no sabe a esta altura que el dolor es también un ilustre apellido con éste o con aquélla nos miramos de lejos y nos reconocemos por el rictus paterno o la herida materna en el espejo el llanto o la risa como nombres de guerra ya que el llanto o la risa legales y cabales son apenas blasones coberturas estamos desarmados como sueño en andrajos pero los anfitriones nos rearman de apuro nos quieren como aliados y no como reliquias aunque a veces nos pidan la derrota en hilachas para no repetirla inermes como sueños así vamos pero los anfitriones nos formulan preguntas que incluyen su semilla de respuesta y ponen sus palomas mensajeras y lemas a nuestra tímida disposición y claro sudamos los mismos pánicos temblamos las mismas preocupaciones a medida que entramos en el miedo vamos perdiendo nuestra extranjería ei enemigo es una niebla espesa es el común denominador o denominador plenipotenciario es bueno reanudar el enemigo de lo contrario puede acontecer que uno se ablande al verlo tan odioso el enemigo es siempre el mismo cráte todavía no hay volcanes apagados cuando nos escondemos a regar la maceta con tréboles venéreos aceitamos bisagras filosóficas le ponemos candado a los ex domicilios y juntamos las viudas militancias y desobedecemos a los meteorólogos soñamos con axilas y grupas y caricias despertamos oliendo a naftalina todos los campanarios nos conmueven aunque tan solo duren en la tarde plomiza y estemos abollados de trabajo el recuerdo del mar cuando no hay mar nos desventura la insolencia y la sangre y cuando hay mar de un verde despiadado la ola rompe en múltiples agüeros uno de los problemas de esta vida accesoria es que en cada noticia emigramos siempre los pies alados livianísirnos del que espera la señal de largada y claro a medida que la señal no llega nos aplacamos y nos convertimos en herines apiñados y reumáticos y bien esa maciza ingravidez alza sus espirales de huelo en el lenguaje hablamos ele botijas o gurises y nos traducen pibe riñe guagua suena ta o taluego y es como si cantáramos desvergonzadamente do jamás se pone el sol se pone el sol y nos aceptan siempre nos inventan a veces nos lustran la morriña majadera con la nostalgia que hubieran tenido o que tuvieron o que van a tener pero además nos muestran ayeres y anteayeres la película entera a fin de que aprendamos que la tragedia es ave migratoria que los pueblos irán a contramuerte y el destino se labra con las uñas habrá que agradecerlo de por vida acaso más que el pan y la cama y el techo y los poros alertas del amo r habrá que recordar con un exvoto esa pedagogía solidaria y tangible por lo pronto se sienten orgullosos de entender que no vamos a quedarnos porque claro hay un cielo que nos gusta tener sobre la crisma así uno va fundando las patrias interinas segundas patrias siempre fueron buenas cuando no nos padecen y no nos compadecen simplemente nos hacen un lugar junto al fuego y nos ayudan a mirar las llamas porque saben que en ellas vemos nombres y bocas es dulce y prodigiosa esta patria interina con manos tibias que reciben dando se aprende todo menos las ausencias hay certidumbres y caminos rotos besos rendidos y provisionales brumas con barcos que parecen barcos y lunas que reciben nuestra noche con tangos marineras sones rumbas y lo importante es que nos acompañan con su futuro a cuestas y sus huesos esta patria interina es dulce y honda tiene la gracia de rememorarnos de alcanzarnos noticias y dolores como si recogiera cachorros de añoranza y los diera a la suerte de los niños de a poco percibimos los signos del paisaje y nos vamos midiendo primero con sus nubes y luego con sus rabias y sus glorias primero con sus nubes que unas veces son fibras filamentos y otras veces tan redondas y plenas como tetas de madre treinteañera y luego con sus rabias y sus glorias que nunca son ambiguas acostumbrándonos a sus costumbres llegamos a sentir sus ráfagas de historia y aunque siempre habrá un nudo inaccesible un útero de glorias que es propiedad privada igual nuestra confianza izará sus pendones y creeremos que un día que también que ojalá aquí no me segrego tampoco me segregan hago de centinela de sus sueños podemos ir a escote en el error o nutrirnos de otras melancolías algunos provenimos del durazno y la uva otros vienen del mango y el mamey y sin embargo vamos a encontrarnos en la indócil naranja universal el enemigo nos vigila acérrimo él y sus corruptólogos husmean nos aprenden milímetro a milímetro estudian las estelas que deja el corazón pero no pueden descifrar el rumbo se les ve la soberbia desde lejos sus llamas vuelven a lamer el cielo chamuscando los talones de dios su averno monopólico ha acabado con el infierno artesanal de leviatán es fuerte el enemigo y sin embargo mientras la bomba eleva sus hipótesis y todo se asimila al holocausto una chiva tranquila una chiva de veras prosigue masticando en el islote ella solita derrotó al imperio todos tendríamos que haber volado a abrazar a esa hermana ella sí demostró lo indemostrable y fue excepción y regla todo junto y gracias a esa chiva de los pueblos ay nos quedamos sin apocalipsis cuando sentimos el escalofrío y los malos olores de la ruina siempre es bueno saber que en algún meridiano hay una chiva a lo mejor un puma un ñandú una jutía una lombriz un espermatozoide un feto una criatura un hombre o dos un pueblo una isla un archipiélago un continente un mundo tan firmes y tan dignos de seguir masticando y destruir al destructor y acaso desapocalipsarnos para siempre es germinal y aguda esta patria interina y nuestro desconsuelo integra su paisaje pero también lo integra nuestro bálsamo por supuesto sabemos desenrollar la risa y madrugar y andar descalzos por la arena narrar blancos prodigios a los niños inventar minuciosos borradores de amor y pasarlos en limpio en la alta noche juntar pedazos de canciones viejas decir cuentos de loros y gallegos y de alemanes y de cocodrilos y jugar al pingpong y a los actores bailar el pericón y la milonga traducir un bolero al alemán y dos tangos a un vesre casi quechua claro no somos una pompa fúnebre usamos el derecho a la alegría pero cómo ocultarnos los derrumbes el canto se nos queda en estupor hasta el amor es de pronto una culpa nadie se ríe de los basiliscos he visto a mis hermanos en mis patrias suplentes postergar su alegría cuando muere la nuestra y ese sí es un tributo inolvidable por eso cuando vuelva y algún día será a mis tierras mis gentes y mi cielo ojaló que el ladrillo que a puro riesgo traje para mostrar al mundo cómo era mi casa dure como mis duras devociones a mis patrias suplentes compañeras viva como un pedazo de mi vida quede como un ladrillo en otra casa. Mario Benedetti junio 1976.

lunes, 29 de octubre de 2012

hojas celestes y blancas

Ya lo sabemos es difícil decir que no decir no quiero ver que el dinero forma un cerco alrededor de tu esperanza sentir que otros los peores entran a saco por tu sueño ya lo sabemos es difícil decir que no decir no quiero no obstante cómo desalienta verte bajar tu esperanza saberte lejos de ti mismo oírte primero despacito decir que sí decir sí quiero comunicarlo luego al mundo con un orgullo enajenado y ver que un día pobre diablo ya para siempre pordiosero poquito a poco abres la mano y nunca más puedes cerrarla.

domingo, 28 de octubre de 2012

hojas gruesas

... «¡Hace tantas horas que se fue!» El día del viaje se cuentan las horas hasta juntar muchas, las necesarias para poder decir: «¡Hace tantos días que se fue!» Pero dos semanas después se pierde la cuenta de los días y entonces: «¡Hace tantas semanas que se fue!» Hasta un mes. Luego se pierde la cuenta de los meses. Hasta un año. Luego se pierde la cuenta de los años... Camila atalayaba al cartero en una de las ventanas de la sala, oculta tras las cortinillas para que no la vieran desde la calle; había quedado encinta y cosía ropitas de niño. El cartero se anunciaba, antes de aparecer, como un loco que jugara a tocar en todas las casas. Toquido a toquido se iba acercando hasta llegar a la ventana. Camila dejaba la costura al oírlo venir, y al verlo el corazón le saltaba del corpiño a agitar todas las cosas en señal de gusto. ¡Ya está aquí el cartero que espero! «Mi adorada Camila. Dos puntos...» Pero el cartero no tocaba... Sería que... Tal vez más tarde... Y reanudaba la costura, tarareando canciones para espantarse la pena. El cartero pasaba de nuevo por la tarde. Imposible dar puntada en el espacio de tiempo que ponía en llegar de la ventana a la puerta. Fría, sin aliento, hecha todo oído, se quedaba esperando el toquido, y al convencerse de que nada había turbado la casa en silencio, cerraba los ojos de miedo, sacudida por amagos de llanto, vómitos repentinos y suspiros. ¿Por qué no salió a la puerta? Acaso... Un olvido del cartero —¿y a santo de qué es cartero?— y que mañana puede traerla como si tal cosa... Casi arranca la puerta al día siguiente por abrir a las volandas. Corrió a esperar al cartero, no sólo para que no la olvidara, sino también para ayudar a la buena suerte. Pero éste, que ya se pasaba como todos los días, se le fue de las preguntas vestido de verde alberja, el que dicen color de la esperanza, con sus ojos de sapo pequeñitos y sus dientes desnudos de maniquí para estudiar anatomía. Un mes, dos meses, tres, cuatro... – Miguel Ángel Asturias -

sábado, 27 de octubre de 2012

hojas duras

Bien. Desde ahora, Génova y Lucca no son más que haciendas, dominios de la familia Bonaparte. No. Le garantizo a usted que si no me dice que estamos en guerra, si quiere atenuar aún todas las infamias, todas las atrocidades de este Anticristo (de buena fe, creo que lo es), no querré saber nada de usted, no le consideraré amigo mío ni será nunca más el esclavo fiel que usted dice. Bien, buenos días, buenos días. Veo que le atemorizo. Siéntese y hablemos. Así hablaba, en julio de 1805, Ana Pavlovna Scherer, dama de honor y parienta próxima de la emperatriz María Fedorovna, saliendo a recibir a un personaje muy grave, lleno de títulos: el príncipe Basilio, primero en llegar a la velada. Ana Pavlovna tosía hacía ya algunos días. Una gripe, como decía ella -gripe, entonces, era una palabra nueva y muy poco usada -. Todas las cartas que por la mañana había enviado por medio de un lacayo de roja librea decían, sin distinción: «Si no tiene usted nada mejor que hacer, señor conde - o príncipe -, y si la perspectiva de pasar las primeras horas de la noche en casa de una pobre enferma no le aterroriza demasiado, me consideraré encantada recibiéndole en mi palacio entre siete y diez. Ana Scherer.» - ¡Dios mío, qué salida más impetuosa! -repuso, sin inmutarse por estas palabras, el Príncipe. Se acercó a Ana Pavlovna, le besó la mano, presentándole el perfumado y resplandeciente cráneo, y tranquilamente se sentó en el diván. -Antes que nada, dígame cómo se encuentra, mi querida amiga. León Tolstoy.

viernes, 26 de octubre de 2012

hojas arrugadas

Erase un labrador tan pobre, tan pobre, que ni siquiera poseía una vaca. Era el más pobre de la aldea. Y resulta que un día, trabajando en el campo y lamentándose de su suerte, apareció un enanito que le dijo: -Buen hombre, he oído tus lamentaciones y voy a hacer que tu fortuna cambie. Toma esta gallina; es tan maravillosa que todos los días pone un huevo de oro. El enanito desapareció sin más ni más y el labrador llevó la gallina a su corral. Al día siguiente, ¡oh sorpresa!, encontró un huevo de oro. Lo puso en una cestita y se fue con ella a la ciudad, donde vendió el huevo por un alto precio. Al día siguiente, loco de alegría, encontró otro huevo de oro. ¡Por fin la fortuna había entrado a su casa! Todos los días tenía un nuevo huevo. Fue así que poco a poco, con el producto de la venta de los huevos, fue convirtiéndose en el hombre más rico de la comarca. Sin embargo, una insensata avaricia hizo presa su corazón y pensó: “¿Por qué esperar a que cada día la gallina ponga un huevo? Mejor la mato y descubriré la mina de oro que lleva dentro”. Y así lo hizo, pero en el interior de la gallina no encontró ninguna mina. A causa de la avaricia tan desmedida que tuvo, este tonto aldeano malogró la fortuna que tenía. Anónimo

jueves, 25 de octubre de 2012

hojas de papiro

¡Marcha, amigo mío! ¡Abandónalo todo, y marcha! ¡Otros amigos encontrarás en vez de los que dejas! ¡Marcha! ¡Deja la ciudad y arma tu tienda de campaña! ¡Y vive en ella! ¡Allí, y nada más que allí, encontrarás las delicias de la vida! ¡En las moradas civilizadas y estables, no hay fervor ni hay amistad! ¡Créeme! ¡Huye de tu patria! ¡Arráncate del suelo de tu patria! ¡Intérnate en países extranjeros! ¡Escucha! ¡He comprobado que el agua que se estanca se corrompe; podría librarse de su podredumbre corriendo nuevamente! ¡Pero de otro modo es incurable! ¡He observado también la luna llena, y pude averiguar el número de sus ojos, de sus ojos de luz! ¡Pero si no hubiese seguido sus revoluciones en el espacio, no habría podido conocer los ojos de cada cuarto de luna, los ojos que me miraban! ¿Y el león? ¿Sería posible cazar al león si no hubiese salido del espeso bosque?... ¿Y la flecha? ¿Mataría la flecha si no escapara violentamente del arco tenso? ¿Y el oro y la plata? ¿No serían polvo vil si no hubiesen salido de sus yacimientos? ¿Y el armonioso laúd? ¡Ya sabes! ¡Sólo sería un pedazo de leño si el obrero no lo arrancase de la tierra para darle forma! ¡Expátriate y alcanzarás las cumbres! ¡Si permaneces adherido a tu suelo, jamás escalarás la altura! Las mil y una noches.

miércoles, 24 de octubre de 2012

hojas livianas

"Siento en extremo no haber ido con vosotros a esa Ciudad de Bronce. ¡Pero iré, con la venia de Alah, a admirar por mí mismo esas maravillas y a tratar de aclarar el misterio de ese encantamiento!" Luego quiso abrir por su propia mano los doce vasos de cobre, y los abrió uno tras de otro. Y cada vez salía una humareda muy densa que convertíase en un efrit espantable, el cual se arrojaba a los pies del califa y exclamaba: "¡Pido perdón por mi rebelión a Alah y a ti, ¡oh señor nuestro Soleimán!" Y desaparecían a través del techo ante la sorpresa de todos los circundantes. No se maravilló menos el califa de la belleza de las dos hijas del mar. Su sonrisa, y su voz, y su idioma desconocido le conmovieron y le emocionaron. E hizo que las pusieran en un gran baño, donde vivieron algún tiempo para morir de consunción, y de calor por último. En cuanto al emir Muza, obtuvo del califa permiso para retirarse a Jerusalén la Santa con el propósito de pasar el resto de su vida allí, sumido en la meditación de-las palabras antiguas que tuvo cuidado de copiar en sus pergaminos. ¡Y murió en aquella ciudad despues de ser objeto de la veneración de todos los creyentes, que todavía van a visitar la kubba donde reposa en la paz y la bendicion del Altísimo! ¡Y esta es ¡oh rey afortunado! -prosiguió Schahrazada- la histotoria de la Ciudad de Bronce! Entonces dijo el rey Schahriar: "¡Verdaderamente, Schahrazada, que el relato es prodigioso!" vas a contarme esta noche, si puedes, una historia más asombrosa que todas las ya oídas, porque me siento el pecho más oprimido que de costumbre!" Y contestó Schahrazada: "¡Sí puedo!" - Las mil y una noches -

martes, 23 de octubre de 2012

hojas repetidas

—... No hay esperanzas de libertad, mis amigos; estamos condenados a soportarlo hasta que Dios quiera. Los ciudadanos que anhelaban el bien de la patria están lejos; unos piden limosna en casa ajena, otros pudren tierra en fosa común. Las calles van a cerrarse un día de éstos horrorizadas. Los árboles ya no frutecen como antes. El maíz ya no alimenta. El sueño ya no reposa. El agua ya no refresca. El aire se hace irrespirable. Las plagas suceden a las pestes, las pestes a las plagas, y ya no tarda un terremoto en acabar con todo. ¡Véanlo mis ojos, porque somos un pueblo maldito! Las voces del cielo nos gritan cuando truena: «¡Viles! ¡Inmundos! ¡Cómplices de iniquidad!» En los muros de las cárceles, cientos de hombres han dejado los sesos estampados al golpe de las balas asesinas. Los mármoles de palacio están húmedos de sangre de inocentes. ¿Adónde volver los ojos en busca de libertad? Miguel Ángel Asturias

lunes, 22 de octubre de 2012

hojas nuevas

El enemigo invisible que roba la identidad - Por Mario Vargas Llosa En The New Yorker del 7 de septiembre último hay una "Carta abierta a Wikipedia" del novelista norteamericano Philip Roth que es sumamente instructiva. Cuenta cómo Roth, al descubrir la descripción errónea que hacía Wikipedia de su novela La mancha humana, envió una carta al administrador de esa enciclopedia virtual en la que pedía una rectificación. La respuesta que obtuvo fue sorprendente: aunque la entidad reconocía que un autor es "una indiscutible autoridad sobre su propia obra", su sola palabra no era suficiente para que Wikipedia admitiera haberse equivocado. Necesitaba, además, "otras fuentes secundarias" que avalaran la corrección. En su carta abierta, Philip Roth demuestra, con precisiones y datos fehacientes, que su novela no está inspirada, como afirma Wikipedia, en la vida del crítico y ensayista Anatole Broyard, a quien conoció muy de paso y cuya vida privada ignoraba por completo, sino en la de su amigo Melvin Tumin, sociólogo y catedrático de la Universidad de Princeton, que, por haber usado en una clase una palabra considerada despectiva hacia los afroamericanos, se vio envuelto en una verdadera pesadilla de ataques y sanciones que por poco destruyen su vida, pese a sus muchos años dedicados a combatir como intelectual y académico la discriminación y el prejuicio racial en los Estados Unidos. Philip Roth publicó esta carta abierta en The New Yorker para tratar de contrarrestar de algún modo una falsedad respecto de su obra que la multitudinaria Wikipedia ha desparramado ya por el mundo entero. No es ésta la primera vez que el gran novelista norteamericano da esa batalla quijotesca en defensa de la verdad. Hace algunos años, descubrió en The New York Times que le atribuían una afirmación que no recordaba haber hecho. Después de no pocas gestiones y esfuerzos, consiguió llegar a la fuente que había utilizado el diario para citarlo: una entrevista en un diario italiano firmada por Tommaso Debenedetti que él no había dado jamás. Gracias a esta investigación, se descubrieron las proezas fraudulentas de Debenedetti, que, desde hacía ya varios años, publicaba en la prensa de Italia y otros países reportajes a personas de diversos oficios y funciones inventados de pies a cabeza (yo merecí el honor de ser una de sus víctimas, y otra de ellas, nada menos que Benedicto XVI). De más está decir que las setenta y nueve colaboraciones falsas del personaje no han merecido sanción alguna y la historia de su fraude ha convertido al simpático Tommaso Debenedetti en un verdadero héroe de la civilización del espectáculo. Ahora quisiera yo meterme en este artículo y contar dos episodios de mi vida reciente que muestran una inquietante vecindad con lo ocurrido a Philip Roth. Estaba en Buenos Aires y una señora, en la calle, me detuvo para felicitarme por mi "Elogio a la mujer", que acababa de leer en Internet. Pensé que me confundía con otro, pero pocos días después, ya de regreso al Perú, dos personas más me aseguraron que habían leído el texto susodicho y firmado por mí. Finalmente, un alma caritativa, o perversa, me lo hizo llegar. Era breve, estúpido y de una cursilería rechinante ("La verdadera belleza está en las arrugas de la felicidad", "Todas las mujeres bellas que he visto son las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran", y cosas todavía peores). Pregunté a amigos fanáticos de la Web si había alguna manera de identificar al falsario que había pergeñado esa excrecencia retórica usando mi nombre y me dijeron que en teoría sí, pero en la práctica no. Porque no hay nada más fácil que borrar las pistas de los fraudes retóricos, inyectando mentiras y embauques de esta índole. Podía intentarlo, desde luego, pero me costaría mucho tiempo y sin duda bastante dinero. Mejor me olvidaba del asunto. Es lo que hice, por supuesto. Hasta que uno o dos años después recibí una llamada de un periodista de LA NACION, de Buenos Aires, el diario que publica en la Argentina mis artículos. Me preguntaba, sorprendido, si yo era el autor de un texto, firmado con mi nombre, titulado "Sí, lloro por ti Argentina", que era una diatriba feroz contra los argentinos y que andaba circulando por Internet. En este caso, el texto que me atribuían era infame, pero no estúpido. El falsificador lo había urdido con una astucia cuidadosa, tomando frases que efectivamente yo había usado alguna vez, por ejemplo, para criticar la política de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner o la del presidente Hugo Chávez, de Venezuela, y adobándolas con vilezas y vulgaridades pestilenciales de su propia cosecha ("el desquiciado, paria, bestia troglodita de la extinta y queridísima República de Venezuela"; "El peronismo es el partido de los resentidos más aberrantes, llenos de odio, de rencores viscerales, fanáticos, fascistas, enfermos de rabia inexplicable" y lindezas por el estilo). Consulté a un abogado. Me explicó que el tema de los derechos de autor, del copyright, en el mundo digital es todavía un bosque confuso, objeto de múltiples negociaciones en las que todavía nadie se pone de acuerdo, y que, aunque en principio, mediante una larga y costosa investigación, podría llegar a la fuente de donde había salido originalmente el texto fraudulento, probablemente el esfuerzo sería inútil, pues el o los falsificadores habrían tomado las precauciones necesarias para borrar las pistas, lanzando el artículo calumnioso no desde su propia computadora, sino usando alguna de las que se alquilan en cualquier cibercafé. ¿No había nada que hacer, entonces? En realidad no. O, más bien, sí: tomarlo a la broma y olvidarse. Y aquí llegamos a la parte más seria y trascendente del asunto, más permanente que lo anecdótico. La revolución tecnológica audiovisual, que ha impulsado las comunicaciones como nunca antes en la historia y que ha dotado a la sociedad moderna de unos instrumentos que le permiten sortear todos los sistemas de censura, ha tenido también, como perverso e impremeditado efecto, poner en manos de la canalla intelectual y política, del resentido, el envidioso, el acomplejado, el imbécil o simplemente el aburrido, un arma que le permite violar y manipular lo que hasta ahora parecía el último santuario sacrosanto del individuo: su identidad. Técnicamente es hoy día posible desnaturalizar la vida real de una persona -qué es, cómo es, qué hace, qué dice, qué piensa, qué escribe- e ir alterándola sutilmente hasta desnaturalizarla del todo, provocando con ello, a veces, irreparables daños. Probablemente lo peor del caso sea que estas operaciones delictivas ni siquiera resultan de una conspiración política, empresarial o cultural, sino, más pedestremente, de pobres diablos que de este modo tratan de combatir el tedio o la pavorosa sequedad de sus vidas. Necesitan divertirse de algún modo y ¿no es acaso un deporte divertido envilecer o ridiculizar o poner en situaciones de escándalo a los otros si, además, ello se puede perpetrar con la impunidad más absoluta? Por eso, los valerosos esfuerzos que un Philip Roth hace en defensa de su identidad de escritor y de ciudadano, para que le permitan seguir siendo lo que es y no una caricatura de sí mismo, aunque admirables, son probablemente totalmente inútiles. Vivimos en una época en que aquello que creíamos el último reducto de la libertad, la identidad personal, es decir, lo que hemos llegado a ser mediante nuestras acciones, decisiones, creencias, aquello que cristaliza nuestra trayectoria vital, ya no nos pertenece sino de una manera muy provisional y precaria. Al igual que la libertad política y cultural, también nuestra identidad nos puede ser ahora arrebatada, pero en este caso, por tiranuelos y dictadores invisibles, que en vez de látigos, espadas o cañones usan teclas y pantallas y se sirven del éter, de un fluido inmaterial y subrepticio y tan sutil y poderoso que puede invadir nuestra intimidad más secreta y reconstruirla a su capricho. A lo largo de su historia, el ser humano ha debido enfrentar toda clase de enemigos de la libertad y, con grandes sacrificios y dejando el campo de batalla sembrado de innumerables víctimas, siempre ha conseguido derrotarlos. Y creo que también, a la larga, derrotaremos a este último. Pero esta victoria, me temo mucho, demorará y ni Philip Roth ni yo alcanzaremos a celebrarla. Vargas Llosa

domingo, 21 de octubre de 2012

hojas blandas

Luego de casi una hora, una sensación de frescura en la frente me arrancó de golpe del estado de somnolencia en que había caído paulatinamente. Alcé el brazo para tocarme la cara: estaba mojada. ¿Mojada? ¿Por qué estaba mojada? ¿Acaso el tubo había cedido a la presión del agua... una presión que obligadamente sería formidable, pues aumenta a razón de una “atmósfera” por cada diez metros de profundidad? Fui presa del pánico. Aterrorizado, quise gritar... y me encontré en el jardín de mi casa, rociado generosamente por la violenta lluvia que me había despertado. Simplemente, me había quedado dormido mientras leía el articulo de un periodista norteamericano, referido a los extraordinarios proyectos del coronel Pierce... quien a su vez, mucho me temo, también había sido soñado. Julio Verne -

sábado, 20 de octubre de 2012

hojas canson

¿Habría que lamentarlo? No. No había que lamentar nada de lo pasado. Era de lamentar lo de ahora, lo de hoy, todas estas horas y días que yo iba perdiendo, que yo en mi soledad iba sufriendo, que ya no traían ni dones agradables ni conmociones profundas. Pero, gracias a Dios, no dejaba también de haber excepciones: a veces, aunque raras, había también horas que traían hondas sacudidas y dones divinos, horas demoledoras, que a mí, extraviado, volvían a transportarme junto al palpitante corazón del mundo. Triste y, sin embargo, estimulado en lo más íntimo, procuré acordarme del último suceso de esta clase. Había sido en un concierto. Tocaban una antigua música magnífica. Entonces, entre dos compases de un pasaje pianístico tocado por oboes, se me había vuelto a abrir de repente la puerta del más allá, había cruzado los cielos y vi a Dios en su tarea, sufrí dolores bienaventurados, y ya no había de oponer resistencia a nada en el mundo, ni de temer en el mundo a nada ya, había de afirmarlo todo y de entregar a todo mi corazón. No duró mucho tiempo, acaso un cuarto de hora; volvió en sueños aquella noche, y desde entonces, a través de los días de tristeza, surgía radiante alguna que otra vez de un modo furtivo; lo veía a veces cruzar claramente por mi vida durante algunos minutos, como una huella de oro, divina, envuelta casi siempre profundamente en cieno y en polvo, brillar luego otra vez con chispas de oro, pareciendo que no había de perderse ya nunca, y, sin embargo, perdida pronto de nuevo en los profundos abismos. Una vez sucedió por la noche que, estando despierto en la cama, empecé de pronto a recitar versos, versos demasiado bellos, demasiado singulares para que yo hubiera podido pensar en escribirlos, versos que a la mañana siguiente ya no recordaba y que, sin embargo, estaban guardados en mí como la nuez sana y hermosa dentro de una cáscara rugosa y vieja. Otra vez tomó la visión con la lectura de un poeta, con la meditación sobre un pensamiento de Descartes o de Pascal; aún en otra ocasión volvió a surgir, estando un día con mi amada, y a conducirme más adentro en el cielo. ¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contestadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? Hermann Hesse.

viernes, 19 de octubre de 2012

hojas del diario

Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aqui resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal, y seguí cantando. Cantando al sol como la cigarra después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente que vuelve de la guerra. Tantas veces me borraron, tantas desaparecí, a mi propio entierro fui sola y llorando. Hice un nudo en el pañuelo pero me olvidé después que no era la única vez, y volví cantando. Cantando al sol como la cigarra... Tantas veces te mataron, tantas resucitarás, tantas noches pasarás desesperando. A la hora del naufragio y la de la oscuridad alguien te rescatará para ir cantando. Cantando al sol como la cigarra... M. E. Walsch

jueves, 18 de octubre de 2012

hojas incompletas

Hay un tiempo para mantener las distancias, un tiempo para volver los ojos. Hay un tiempo para mantener la cabeza gacha para pasar bien el día. Hay un tiempo para el maquillaje y el pintalabios Un tiempo para cortarse el pelo. Hay un tiempo para ir de compras al centro para encontrar el vestido apropiado que llevar. Ahí viene ella, las cabezas se giran. Ahí viene ella, para recoger su corona. Hay un tiempo para las portadas. Un tiempo para besar y hablar. Hay un tiempo para diferentes colores, diferentes nombres que encuentras difíciles de pronunciar. Hay un tiempo para la primera comunión, un tiempo para East 17. Hay un tiempo para volverse a la Meca. Hay un tiempo para ser una reina de la belleza. Ahí viene ella, la belleza hace el ridículo. Ahí viene ella, surreal con su corona. [Pavarotti:] Dices que el río encuentra el camino hacia el mar. Y como el río tu vendrás a mí mas allá de las fronteras y las tierras sedientas. Dices que como el río, como el río, el amor vendrá, el amor. Y ya no puedo rezar más. Y ya no puedo esperar más el amor Y ya no puedo esperar más al amor [Bono:] Hay un tiempo para atar cintas, un tiempo para árboles de Navidad. Hay un tiempo para poner la mesa. Y la noche empieza a helarse. U2 + PAVAROTTI

miércoles, 17 de octubre de 2012

hojas diferentes

Estimado Sr. Sugitani Gijin, Ya ha pasado un mes y, sin embargo, parece que fue ayer cuando se despidió de nosotros. No sabe lo agradecidos que estamos de que un señor de edad tan avanzada como usted atravesase el océano para venir a un pueblo tan pobre y aislado como este para hablar con nosotros, meros aficionados, sobre literatura. Nos emocionó mucho. Dado que ya he acabado de transcribir el grandioso discurso titulado «Literatura y la vida» que dio en el auditorio de nuestro distrito la mañana del 2 de enero del calendario lunar, le quería pedir permiso para publicarlo en El canto de ranas, la revista interna de la Federación de Literatura, con el fin de compartirlo con los que no pudieron asistir a su ponencia. De esta manera también tendrán la oportunidad de disfrutar del encanto de su lengua y de absorber todos los nutrientes de su estilo.Fue el 1 de enero del calendario lunar, por la mañana, cuando visitamos a mi tía paterna, la que se ha dedicado a la ginecología durante más de cincuenta años. Aunque usted no pudiera entender completamente lo que dijo debido a su rapidez al hablar y a su fuerte acento, me dio la sensación de que le impresionó profundamente. Cuando al día siguiente hizo su ponencia puso muchas veces el ejemplo de mi tía para explicar su idea de literatura. Nos dijo que tenía en mente la imagen de una doctora montando en bicicleta a toda prisa por un vasto río congelado, o la de una doctora con los pantalones remangados, cogiendo un paraguas, con una bolsa de medicinas a la espalda, abriéndose camino entre miles de ranas, o la de una doctora con las mangas manchadas de sangre y un bebé entre las manos, riéndose a carcajadas, o la de una doctora fumando un cigarrillo con el vestido alborotado y cara de angustia. Nos dijo que a veces estas imágenes se fundían en una y otras veces se separaban, como si fueran una exposición de estatuas de mi tía. Nos animó a escribir obras emocionantes, ya fueran novela, poesía o teatro. Señor, consiguió encender la pasión y mucha gente tiene ganas de hacerlo. Un amigo mío del centro cultural de mi distrito ha empezado una novela que versa sobre la vida de una doctora rural. No quería copiarle, aunque la verdad es que yo conozco mucho mejor que él la historia y los secretos de la profesión de mi tía; de todas maneras démosle una oportunidad. Por lo tanto, señor, a mí me gustaría concentrarme en el género del drama y contar la vida de mi tía mediante una obra de teatro. Me abrió la mente cuando charlamos la segunda noche del calendario lunar en mi casa. La profunda evaluación y minucioso análisis que hizo sobre las obras de teatro del escritor francés Sartre me dio muchas ideas. Sí, quiero escribir, quiero hacer obras de teatro tan buenas como Las moscas y Las manos sucias. Leeré a todos los maestros maravillosos y me esforzaré para alcanzar su nivel. Me atendré a sus indicaciones: no apresurarse, escribir con calma, igual que una rana cuando espera tranquilamente a los insectos sobre la flor de loto. Una vez decidido, me pondré en marcha al instante, igual que una rana cuando salta a capturar insectos. - Mo Yang -

martes, 16 de octubre de 2012

hojas de apuntes

Cuando Alfred Nobel (Estocolmo 1833-San Remo 1896) dejó como legado destinar su fortuna a premiar aquellos campos que hacían mejor al ser humano, no pensó en la Economía. Sin embargo, la Real Academia Sueca de las Ciencias se viste hoy de largo para elegir al 44 Premio Nobel de Economía y conseguirá, con este gesto, seguir alimentando la gran traición al legado del inventor de la dinamita. Al menos, eso opina Peter Nobel, uno de los herederos de Alfred Nobel, quien suscribió un artículo, publicado el 10 de diciembre 2004 en el diario sueco Dagens Nyheter, en contra de este galardón, cuyo verdadero nombre es Premio del Banco de Suecia de Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel. El texto, firmado por el matemático Peter Jager, miembro de la Real Academia Sueca de Ciencias; el ex ministro de Medioambiente Mans Lorarroth, y el economista y ex miembro del Parlamento sueco Johan Lonnroth, criticaba que este galardón se concedía a trabajos cuya aportación a la mejora de la humanidad estaba más que en entredicho. La elección de Finn E. Kydland y Edward C. Prescott ese mismo año 2004 destapó la caja de los truenos y empujó al citado grupo de economistas y matemáticos a rebelarse contra el galardón. Entre otros motivos, porque los flamantes ganadores habían defendido, 27 años antes, que los bancos centrales debían ser independientes. Según ellos, habían descubierto un modelo matemático capaz de demostrar la idoneidad de que las políticas monetarias, y con ellas, la distribución de la riqueza, estuvieran fuera del control de los representantes elegidos democráticamente, poniendo así en jaque no sólo al sistema, sino la transparencia de la función pública. El falso Premio Nobel de Economía fue creado en 1968 por el Banco de Suecia, con motivo de su 300 aniversario, a imagen y semejanza de los auténticos Nobel y con una dotación de un millón de dólares (actualmente concede diez millones de coronas suecas, como los Premio Nobel). "Lo que el Banco de Suecia hizo fue similar a una infracción contra una marca registrada, lo que significa un inaceptable robo a los verdaderos Premios Nobel. Dos tercios de esos premios fueron a economistas de Estados Unidos, a gente que especula en mercados de valores. Éstos no tienen nada que ver con el objetivo de Alfred Nobel de mejorar la condición humana y de propiciar nuestra supervivencia, ellos son exactamente lo opuesto". Estas palabras, pronunciadas por Peter Nobel durante una entrevista con la economista estadounidense Hazel Henderson, concentran el sentir de todos los opositores al Premio del Banco de Suecia. La propia página web de la Fundación Nobel distingue entre los galardones con pedigrí, es decir, los elegidos por su fundador y por tanto los únicos dignos de llevar su apellido; y el Premio en Ciencias Económicas, término que utiliza la Fundación para referirse al falso Nobel. Pero esto no evita la confusión, ni impide que, de facto, se eleve a la Economía al Olimpo creado por el inventor de la dinamita para la Medicina, la Fisiología, la Literatura, la Paz, la Química y la Física. A esta polémica se une el elevado número de economistas estadounidenses premiados por la Academia Sueca, la inmensa mayoría de ellos seguidores del neoriberalismo que tan bien encarna la Universidad de Chicago. De hecho, este centro acumula el mayor número de premios Nobel de Economía del mundo, con un total de 10. Más controvertido es justificar el premio concedido en 1997 a Robert C. Merton y Myron S. Scholes, por el nuevo método que desarrollaron para calcular el valor de los derivados. Éste fue puesto en práctica en el hedge fund Long Term Capital Management (LTCM), co-fundado por los dos premiados, que apenas un año después quebró y desató tal cataclismo financiero que la Reserva Federal tuvo que salir al rescate. Estos ejemplos han llevado a los opositores al Premio del Banco de Suecia a pedir su abolición o, al menos, a exigir que se modifiquen los criterios de selección del ganador, con el objetivo de dirigirlos hacia descubrimientos que, realmente, ayuden a mejorar la sociedad. Como el Grameen Bank, creado por el economista bengalí Muhammad Yunus y dedicado a conceder micro créditos a los pobres. Esta labor, efectivamente, fue merecedora de un Nobel en 2006, el de la Paz. Ese mismo año, Edmund Phelps, de la Universidad de Columbia, fue reconocido con el galardón en Economía por su trabajo en el que redefinía la tasa natural de desempleo. Cuando Hazel Henderson preguntó a Peter Nobel sobre estos dos galardones, el descendiente de Alfred Nobel respondió en referencia a Yunus: "Es la primera vez que un economista obtiene un Premio Nobel verdadero". lainformación.com El Nobel de Economía es un premio de segunda clase Peter Nobel, nieto de Alfred Nobel, ha sido parte de un movimiento académico crítico del premio de economía, al que consideran ilegítimo. Nobel dijo: "El Banco de Suecia, que estableció este premio, es como un cuclillo que pone sus huevos en el nido de otro pájaro, en este caso el Premio Nobel." Muchos receptores del Premio Nobel y científicos han protestado porque el Premio del Banco de Suecia devalúa a los verdaderos Premios Nobel y otros piensan que debería ser desvinculado de los Nobel o abolido." La cosecha de Premios Nobel de este año incluyó otra curiosa anomalía, que se agrega a las dudas existentes sobre el premio de economía. El economista bengalí Muhammad Yunus, famoso en todo el mundo por haber creado el Grameen Bank, que otorga micro créditos a los pobres por un total de varios miles de millones de dólares, en lugar de recibir el premio de economía ha sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz, un honor mucho más grande. Mientras tanto, un importante representante de la corriente económica dominante en Estados Unidos, Edmund Phelps, de la Universidad de Columbia, fue galardonado con el premio en economía. Este premio menor fue establecido en 1969 por el Banco Central de Suecia para ayudar a legitimar la economía, la cual es ampliamente reconocida más como un arte que como una ciencia. Ese premio provocó una gran controversia entre los matemáticos y los físicos. Ellos señalan que la economía no es una ciencia y que muchos ganadores del premio del Banco de Suecia han hecho mal uso de la matemática para "disfrazar" ideas no probadas o intentan "probar" hipótesis cuestionables. Un grupo de matemáticos hizo pública su protesta en diciembre 2004 en el diario Dagens Nyheter, de Suecia, cuando acusaron a los ganadores de ese año, Edward C. Prescott y Finn E. Kyland, de haber recurrido a tales prácticas en su artículo de 1977, donde trataban de "demostrar" porqué los bancos centrales deben verse libres de la supervisión política, incluso de parte de los gobiernos más democráticamente elegidos. Estoy de acuerdo con Joseph Stiglitz, otro ganador del premio del Banco de Suecia, quien escribió que "los bancos centrales independientes que no son políticamente responsables socavan la democracia." La mayor parte de los premios del Banco de Suecia han ido a estadounidenses partidarios del "libre mercado" y a seguidores de la neoconservadora Escuela de Chicago, comenzando por Milton Friedman en 1969. Algunos de esos economistas que usan o hacen mal uso de las matemáticas incluyen a esas "lumbreras" cuyos modelos de comportamiento de los mercados bursátiles condujeron al colapso del notorio fondo de cobertura Long Term Capital Management (LTCM) en 1998. Sus errores fueron tan grandes y produjeron pérdidas tan graves que el LTCM causó un cataclismo financiero y requirió que el entonces presidente del Consejo directivo de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan, organizara un rescate. ¿Cuáles son los méritos de Phelps para llegar a la fama? Phelps recibió el premio en 2006 por un trabajo en el que redefinió la supuesta tasa "natural" de desempleo más allá de la llamada "Curva Phillips" que postuló erróneamente una compensación entre desempleo e inflación en un ensayo en 1958. Sucesivas generaciones de economistas faltos de sentido crítico adoptaron el punto de vista de Phillips, que se convirtió en la justificación de los banqueros centrales para elevar las tasas de interés para contener la inflación a costa de un creciente desempleo. Sin embargo, es ampliamente sabido que hay muchos modos de reducir la inflación sin penalizar a los trabajadores, los propietarios de casas y los constructores de automóviles. En cambio el trabajo de Phelps publicado en 1967 llega a afirmar que el desempleo es necesario para mantener a los trabajadores disciplinados y sumisos hacia los patrones de las empresas en que trabajan. Más adelante Phelps se mostró preocupado por comprender porqué los niveles de desempleo fluctuaban por otras razones. En su trabajo "Depresiones estructurales" (1994), admitió la existencia de otras fuerzas en acción en nuestra globalizada economía. Cuando hablé con Peter Nobel, él no se mostró sorprendido por el premio a Phelps, pero agregó un comentario sobre Yunus: "Es la primera vez que un economista obtiene un Premio Nobel verdadero." (*) Hazel Henderson, economista estadounidense, es la autora de la serie televisiva Ethical Markets (www.EthicalMarkets.com) y del indicador sobre calidad de vida Calvert-Henderson (www.Calvert-Henderson.com) Hazel Henderson

lunes, 15 de octubre de 2012

hojas ingrávidas

Se llamaba Benjamín Driscoll, tenía treinta y un años, y quería que Marte creciera verde y alto con árboles y follajes, produciendo aire, mucho aire, aire que aumentaría en cada temporada. Los árboles refrescarían las ciudades abrasadas por el verano, los árboles pararían los vientos del invierno. Un árbol podía hacer muchas cosas: dar color, dar sombra, fruta o convertirse en paraíso para los niños; un universo aéreo de escalas y columpios, una arquitectura de alimento y de placer, eso era un árbol. Pero los árboles, ante todo, destilaban un aire helado para los pulmones y un gentil susurro para los oídos, cuando uno está acostado de noche en lechos de nieve y el sonido invita dulcemente a dormir. Benjamín Driscoll escuchaba cómo la tierra oscura se recogía en sí misma, en espera del sol y las lluvias que aún no habían llegado. Acercaba la oreja al suelo y escuchaba a lo lejos las pisadas de los años e imaginaba los verdes brotes de las semillas sembradas ese día; los brotes buscaban apoyo en el cielo, y echaban rama tras rama hasta que Marte era un bosque vespertino, un huerto brillante. En las primeras horas de la mañana, cuando el pálido sol se elevase débilmente entre las apretadas colinas, Benjamín Driscoll se levantaría y acabaría en unos pocos minutos con un desayuno ahumado, aplastaría las cenizas de la hoguera y empezaría a trabajar con los sacos a la espalda, probando, cavando, sembrando semillas y bulbos, apisonando levemente la tierra, regando, siguiendo adelante, silbando, mirando el cielo claro cada vez más brillante a medida que pasaba la mañana. – Ray Bradbury -

domingo, 14 de octubre de 2012

hojas grandes

LA LINDAURA Yo les quiero contar aura Lo empretinada y los aires Con que ha güelto la Lindaura La qui andau por Güenos Aires Trajinando n'el asfalto Ha despreciao las ushutas Se me ha venío de taco alto Y con las polleras yutas Se me lo ha cortao las cimbas Lleva melena ridonde Y las cejas li hacen quimbas Alzadas como arco di honda Tuito el pecho descampao Pues con los corpiños que usa, la pucha qui le ha quedao bajito el cerco e la blusa p'a etenderla hay que hacer juerza mesmo uno se descalabra pues en total haya conviersa que cambea las palabras Cada dicho se le antoja que la compriendo yo en vez de decir aloja me encuentra y me dice "Aló" y deben saber ustedes, qui a la Mecha Condorí ya no le dice Mercedes pos que aura dice "merci" Se le antojao esta vez que ansí es la forma de hablar y por decir: Al revés, ella aura dice "o revua" No compriendo l'intención y hasta aura mi preguntao cuando me dice "solón" ¿querrá decir los lonjiao? El otro día mi atraca y me dice "hay espique" li dicho mirá mataca que me importa que le pique Pero la mayor disgracia y que aura la guá contar fue en el rancho e la Nicasia que estábamos pa bailar Mi había ajustao casi al guelo las ojotas y la faja y había alistao el pañuelo pa una zambita con caja Cuando gritaron el aura Pachamama quien lo viera Hay mesmito a la Lindaura Me l'entrao la tembladera Yo ansí no la vide nunca Si creíba que estaba en tranca Torcía pa un lao la chunca T después meniaba el anca Yo la miraba asustao Preguntándole ¿qué hacís? Y me responde "atrasao! Este es el baile del tuis!" Como esta pobre infeliz Hasta el nombre arrevesia ¿se habrá referío al Luis, que padece l´ epilesia? Tiempo es ya que uno aprienda Y le'i jurao por mis aires Fuyirle a cualquiera prienda Que haya andao por Güenos Aires.-Diaz Villalba

sábado, 13 de octubre de 2012

hojas de oriente

Un viajero encuentra en el campo a un personaje con la cabeza completamente lisa como un huevo, sin un solo rasgo. Aterrorizado sube a una carreta y le pide al campesino que arree el caballo de inmediato. -¿Qué pasa? -le pregunta el campesino. -Fue que vi a un hombre que tenía el rostro liso como un huevo. -Entonces -respondió el campesino, volviéndose-, ¿tenía el mismo rostro que yo? anónimo japonés

viernes, 12 de octubre de 2012

hojas nuevas

Las baladas de ajo Una doctora vestida de blanco apareció en la puerta, con las manos protegidas por unos guantes de goma que le llagaban a la altura del codo, por donde resbalaba, principalmente, un reguero de gotas de sangre. El hombre corrió a su encuentro. -¿Qué ha sido doctora? -Una niñita. Al escuchar que era padre de una pequeña, el hombre se tambaleó un par de veces hasta caer de espaldas, golpeándose ruidosamente la cabeza contra las baldosas, que dio la sensación de romper. -¿Qué problema hay? – comentó la doctora.- Los tiempos han cambiado y las niñas son iguales que los niños. ¿De dónde proceden los hombres si no es de las mujeres?¿O es que salen de debajo de una piedra? Lentamente, el hombre se puso de pie, como si estuviera en trance. A continuación, comenzó a gemir y a sollozar, como si estuviera loco, y acentuaba sus llantos con gritos de reproche: -¡Zhou Jinhua, maldita mujer inútil, mi vida se ha arruinado por tu culpa!. Sus gritos se unieron a los sonidos del llanto que se escuchaba en el interior: Gao Yang pensó que se trataba de Zhou Jinhua. La ausencia de llanto del bebé le desconcertó. Jinhua no habría sido capaz de ahogar a su propio bebé ¿Verdad? Entra ahora mismo – ordenó la doctora – y ocúpese de su esposa y de su hijo. Hay más personas esperando. El hombre se puso torpemente de pie y se arrastró hacia el interior. Unos minutos después salió con un fardo en la mano. -Doctora – dijo mientras se detuvo en el umbral de la puerta – ¿conoce a alguien a quien le gustaría tener a una niña? ¿Podría ayudarnos a encontrarle un hogar? -¿Pero es que en vez de corazón tiene una piedra? – preguntó enojada la doctora – Llévese a su hija y trátela bien. Cuando cumpla los dieciocho años puede conseguir al menos diez mil para ella. Mo Yang

jueves, 11 de octubre de 2012

hojas grosas

La elocuencia del silencio - Anónimo hindú Un padre deseaba para sus dos hijos la mejor formación mística posible. Por ese motivo, los envió a adiestrarse espiritualmente con un reputado maestro de la filosofía vedanta. Después de un año, los hijos regresaron al hogar paterno. El padre preguntó a uno de ellos sobre el Brahmán, y el hijo se extendió sobre la Deidad haciendo todo tipo de ilustradas referencias a las escrituras, textos filosóficos y enseñanzas metafísicas. Después, el padre preguntó sobre el Brahmán al otro hijo, y éste se limitó a guardar silencio. Entonces el padre, dirigiéndose a este último, declaró: -Hijo, tú sí que sabes realmente lo que es el Brahmán.

miércoles, 10 de octubre de 2012

hojas secas

Y dichas tales palabras, se calló el jeique, reflexionando un momento todavía, y añadió: "Por lo demás, ¡oh emir Muza! no debo ocultarte que ese camino está sembrado de peligros y de cosas espantosas, y que para seguirle hay que cruzar un desierto poblado por efrits y genios, guardianes de aquellas tierras vírgenes de la planta humana desde la antigüedad. Efectivamente, sabe ¡oh Ben-Nossair! que esas comarcas del extremo Occidente africano están vedadas a los hijos de los hombres; sólo dos de ellos pudieron atravesarlas: Soleimán ben-Daúd, uno, y El Iskandar de Dos-Cuernos, el otro. ¡Y desde aquellas épocas remotas, nada turba él silencio que reina en tan vastos desiertos! Pero si deseas cumplir las órdenes del califa e intentar, sin otro guía que tu servidor, ese viaje, por un país que carece de rutas ciertas, desdeñando obstáculos misteriosos y peligros, manda cargar mil camellos con odres repletos de agua y otros mil camellos con víveres y provisiones; lleva la menos escolta posible, porque ningún poder humano nos preservaría de la cólera de las potencias tenebrosas cuyos dominios vamos a violar, y no conviene que nos indispongamos con ellas alardeando de armas amenazadoras e inútiles. ¡Y cuando esté preparado todo, haz tu testamento, emir Muza, y partamos! – Las mil y una noches

martes, 9 de octubre de 2012

hojas viejas

Durante días y meses marchó la caravana por las llanuras solitarias, sin encontrar por su camino un ser viviente en aquellas inmensidades monótonas cual el mar encalmado. Y de esta suerte continuó el viaje en medio del silencio infinito, hasta que un día advirtieron en lontananza como una nube brillante a ras del horizonte, hacia la que se dirigieron. Y observaron que era un edificio con altas murallas de acero chino, y sostenido por cuatro filas de columnas de oro que tenían cuatro mil pasos de circunferencia. La cúpula de aquel palacio era de oro, y servía de albergue a millares y millares de cuervos, únicos habitantes que bajo el cielo se veían allá. En la gran muralla donde abríase la puerta principal, de ébano macizo incrustado de oro. Las mil y una noches.

lunes, 8 de octubre de 2012

hojas gruesas

Martin se enteró de que había llegado la fiesta de Todos los Santos por los tumultos callejeros. Pasó los tres primeros días de noviembre tumbado en la cama, mirando al techo, contemplando en él las alternativas de luz y de oscuridad. Los días se habían hecho más cortos, más oscuros, lo sabía por la ventana. Los árboles estaban desnudos. El viento de otoño cambió su ritmo y su temperatura, pero sólo era un espectáculo en la parte exterior de su ventana, nada más. Ray Bradbury.

sábado, 6 de octubre de 2012

hojas de diario

A todo esto, se levantó un violento torbellino de polvo en el centro de aquella pradera. Descargó una tormenta, se disipó después el polvo y apareció el efrit con un alfanje muy afilado en una mano y brotándole chispas de los ojos. Se acercó al grupo, y dijo cogiendo al mercader: "Ven para que yo te mate como mataste a aquel hijo mío, que era el aliento de mi vida y el fuego de mi corazón." Entonces se echó a llorar el mercader, y los tres jeiques empezaron también a llorar, a. gemir y a suspirar. Pero el primero de ellos, el dueño de la gacela, acabó por tomar ánimos, y besando la mano del efrit, le dijo: "¡Oh efrit, jefe de los efrits y de su corona! Si te cuento lo que me ocurrió con esta gacela y te maravilla mi historia, ¿me recompensarás con el tercio de la sangre de este mercader?" Y el éfrit dijo: "Verdaderamente que sí, venerable jeique. Si me cuentas la historia y yo la encuentro extraordinaria, te concederé el tercio de esa sangre." – Cuentos de Las mil y una noches

viernes, 5 de octubre de 2012

hojas viejas

Como rayos orientados hacia un punto, pies de hombres, pies de mujeres, negros o con incrustaciones doradas (Esa niebla... ¿Azúcar? No, gracias... La commonwealth del futuro), la luz del fuego salta y deja roja la estancia, salvo las negras figuras y sus ojos brillantes, mientras descargan una camioneta fuera, la señorita Thingummy sorbe té en su mesa escritorio, y las vitrinas protegen abrigos de pieles. Cacareada, leve cual hoja, rizada en los bordes, pasada por las ruedas, plateada, en casa o fuera de casa, reunida, esparcida, derrochada en diferentes platillos de la balanza, barrida, sumergida, desgarrada, hundida, ensamblada... ¿Y la verdad? Virginia Woolf

jueves, 4 de octubre de 2012

hojas escolares

El pueblo hambriento no se dispersaba y seguía rodeando el palacio del arzobispo, gimiendo. Hatto, enojado, hizo rodear aquellas pobres gentes por sus arqueros que detuvieron a hombres y mujeres, ancianos y niños, y los encerraron en un troje al que prendieron fuego. Fue, añadía la vieja criada, «un espectáculo ante el que hasta las piedras habrían llorado» pero Hatto no hizo sino reír; y cuando aquellos desgraciados, expirando entre las llamas, lanzaban gritos lamentables, éste dijo: «¿Estáis oyendo a las ratas silbar?» Al día siguiente, del troje fatal sólo quedaban cenizas; no había nadie en Maguncia; la ciudad parecía muerta y desierta cuando, de repente, una multitud de ratas, que pululaban en el troje quemado como los gusanos en las úlceras de Asuero, salían de debajo de la tierra, surgían de entre las losas, salían por las grietas de los muros, renacían bajo el pie que las aplastaba, se multiplicaban bajo las piedras y bajo las mazas, e inundaron las calles, la ciudadela, el palacio, los sótanos, las salas y las alcobas. Era un azote, una plaga, un repugnante hormigueo. Víctor Hugo

miércoles, 3 de octubre de 2012

hojas raras

Una mañana, un león y una hiena del Jardin des Plantes lograron abrir la puerta de su jaula cerrada con negligencia. La mañana era blanca y un claro sol lucía alegremente al borde del cielo pálido. Bajo los grandes castaños había un frescor penetrante, el tibio frescor de la incipiente primavera. Los dos honrados animales, que acababan de desayunar copiosamente, se pasearon lentamente por el Jardin, deteniéndose de vez en cuando para lamerse y gozar como buenos chicos de la suavidad de la mañana. Se encontraron al final de un paseo y, después de los saludos de rigor, se pusieron a caminar juntos charlando amigablemente. El Jardin no tardó en resultarles aburrido y en parecerles demasiado pequeño. Entonces se preguntaron a qué otras distracciones podían consagrar su jornada. -¡Caray! -dijo el león-. Me apetece satisfacer un capricho que tengo desde hace mucho tiempo. Hace años que los hombres vienen como imbéciles a mirarme a mi jaula y yo me he prometido aprovechar la primera ocasión que se me presentara para ir a mirarlos a ellos a la suya, aunque tenga que parecer tan idiota como ellos… Le propongo dar un paseo hasta la jaula de los hombres. Emile Zola

martes, 2 de octubre de 2012

hojas sueltas

Informaba que eran necesarios más de tres mil millas de tubos de hierro, que pesaban más de trece millones de toneladas, sin contar los buques requeridos para el transporte de los materiales: 200 barcos de dos mil toneladas, que debían efectuar treinta y tres viajes cada uno. Esta “Armada de la Ciencia” era descrita llevando el hierro hacia dos navíos especiales, a bordo de los cuales eran unidos los extremos de los tubos entre sí, envueltos por un triple tejido de hierro y recubiertos por una preparación resinosa, con el objeto de resguardarlos de la acción del agua marina. Pasado inmediatamente el tema de la obra, el periodista cargaba los tubos (convertidos en una especie de cañón de interminable longitud) con una serie de vehículos, que debían ser impulsados con sus viajeros dentro, por potentes corrientes de aire, de la misma manera en que son trasladados los despachos postales en París.Julio Verne