sábado, 25 de agosto de 2012

hojas raras

-¿Y por qué no te metes? -Me da pereza, como vos decís, pero sobre todo miedo. Miedo de ver al primer niño hambriento de Ruanda o de Guatemala y ponerme a llorar como un babieca. Y no son lágrimas lo que ellos precisan. -Claro que no. Pero sería un buen cambio. -De pronto pienso: para eso está la Madre Teresa. Claro que tiene el lastre de la religión. Y yo, en todo caso, querría ser un misionero sin Dios. ¿Sacaste la cuenta de cuánto se mata hoy día en nombre de Dios, cualquier dios? -Quién te dice, a lo mejor inaugurás una nueva especie: los misioneros sin Dios. No estaría mal. Siempre que además fuera sin diablo. -¿Creés que algún día podré evolucionar de boludo a gilipollas? -Bueno, sería casi como convertir el Mercosur en Maastricht...”

No hay comentarios:

Publicar un comentario