viernes, 7 de septiembre de 2012
hojas azules
Michael abrió los ojos y vio a Charley sentado, con el rostro entre las manos.
-Está bien -murmuró Michael-. Está bien, Charley. Te prestaré el dinero. No sé en qué estaba pensando. Después de todo... eres uno de mis más viejos amigos.
Charley meneó la cabeza.
-No lo entiendo -dijo, con la voz quebrada-. ¿De dónde has salido? ¿Cómo has llegado aquí?
-Te he estado siguiendo. Estaba detrás de ti.
-Hace media hora que estoy aquí.
-Bueno, es una suerte que hayas elegido este poste para... para esperar. Lo estuve mirando desde el puente. Lo elegí por el travesaño.
Charley se había puesto de pie, tambaleándose, y ahora se alejó unos pasos y contempló el poste a la luz de la luna.
-¿Qué has dicho? -preguntó un minuto después, con una voz confundida-. ¿Has dicho que este poste tiene un travesaño?
-Sí, claro. Lo estuve mirando un rato largo. Por eso...
Charley levantó nuevamente los ojos y dudó, extrañado antes de hablar.
-No hay ningún travesaño -dijo. Scott Fitzgeral-
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