Títulos y patologías, maldiciones
de incontinentes.
De tantas quejas abundantes de
tanta abundancia de quejas los que se quejan alucinados todo el día con lo que
ven en los otros reflejos de sus ego sus propios alter ego lamentando por lo
que hoy les llega a los otros y no a ellos, dan toda la impresión que de lo que
se quejan se quejan porque no están recibiendo lo que reciben los fondos
públicos que sugieren que reciben los titulares de las quejas de ellos, patria
envejecida de timoratos y timoratas, conocedores y acomplejados seriales y
generacionales de los intrincados laberintos de privilegios que transforman en
algún lado de las secuencias sociales los costos o los gastos privados en
gastos públicos o lo que es peor al final en gastos o costos sociales como
también los beneficios que son de la sociedad en beneficios públicos y por obra
y gracia de los que gobiernan parientes o de los mismos círculos de privilegios
de los otros convierten en beneficios privados, viejos alquimistas seriales o
generacionales, llamando la atención de nosotros los giles para que odiemos hoy
a estos que están mañana aquellos otros que estarán mientras nosotros grises
lidiando con nuestras grises vidas, nautas de las mismas galaxias de estos que
pasan por adalides de la libertad de expresión cuando son igual que nosotros,
que por un mago más tiran fuegos de artificios en las plazas públicas.
“Báez recibió un extraño aporte de 254 millones de pesos” (La
Nación 19 de mayo de 2013)
Incontinentem exsecrationibus
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