Se confirma cada día más que el
anterior una vieja tara endurecida como una costra en la superficie de la
aldea, hay justicia para pobres hay justicia para ricos, de los señores
miembros de un tribunal que en esos términos no sirve para nada, a los pobres
no les llega “la justicia” a los ricos “les rebalsa”, o mejor dicho, sirve esa
justicia para mantener las proporciones de privilegios y obviamente que
tenerlos, no solamente los titulares sino también sus parientes y allegados
cercanos, una justicia que a los afanes grandes junto a los tarados menores,
nosotros los giles por cierto, a los afanes en gran escala le pone nombres
rimbombantes e impactantes, para la gilada justamente, a esos afanes los llaman
quiebras, períodos durante los cuales a los quebrantos – malversaciones
contables y reales - en vez de pagarlos los particulares que los hicieron los
termina pagando la sociedad, y a los delitos menores los potencian los mismos
tarados que hacen y ejecutan las leyes, y les llaman irrecuperables a los
pobres giles que entregan sus patrimonios para pagar los retornos privados, los
tarados magistrados esos mismos que no quieren ser sujetos fiscales, pero no
solamente ellos sino que tampoco lo sean sus parientes hasta cualquier grado,
la cómoda impunidad de los tarados que se creen dueños de los quiscos que hay
por todos lados, hay una justicia para ricos otra para pobres los ricos no pagan
nunca se les cobra por ello a los pobres que pagan el doble, una hipótesis
fácilmente contrastable tomando la proporción de casos de pobres con sentencias
y aplicaciones de las sentencias favorables y ricos con sentencias o
aplicaciones de las sentencias en contra, al tipo que recibe un subsidio a la
desocupación se lo califica de vago y ladrón, al que funde una empresa se lo
califica de concursado mientras la sociedad se hace cargo de sus quebrantos y
se lo califica de empresario y notable.
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