La tara es más que nociva para el
porvenir, no nos lleva a ningún lado, no vamos a ningún lado, lo único que
vamos haciendo es quemando generaciones enteras con el mismo cuento, como si no
tuviéramos capacidad para filtrarlo, para seleccionar incorporar descartar, la
tara es congénita, querer ser lo que nunca será querer ser lo que nunca seremos
querer ser lo que nunca nos dejarán ser, querer parecernos a los que no quieren
que nos parezcamos a ellos, generación tras generación tenemos esa rara tara de
querer ser como ellos como los que están al norte nuestro que además nos
categorizan como sudacas, y lo que es peor querer parecernos a ellos viviendo
por acá doble combinación explosiva, pero a nosotros no nos importa, y nos
anotamos como clientes de ellos para lo que manden aprendemos sus idiomas los
admiramos le limpiamos las letrinas y algunos por estar con ellos se ofrecen
para limpiarles el culo, y todo lo que no quieren limpiar ellos aunque por acá
después vamos mintiendo que nos contratan como científicos, lo cual es mentira
como es mentira que ellos son poderosos, tienen la habilidad para hacer creer a
los demás que son poderosos y está bien, para ellos, lo que no está bien son
los compatriotas que les creemos, los tarados que nos paramos de este lado, los
tarados que caminamos con equivocaciones conceptuales muy serias por estas
playas, somos unos tarados y equivocados académicos, y no hay excepciones
porque por acá estamos llenos de excepciones como los cementerios están llenos
de imprescindibles, es el equivalente, en las universidades les enseñamos a los
chicos los principios de la escuela neoclásica que no los utilizan ni los que
lo inventaron o los sustentan, les enseñamos de las curvas de indiferencia y de
las isocuantas y los hacemos hacer complejos ejercicios que nunca aplicarán
porque también los enseñamos a aplicar y mal a Keynes en torpes interpretaciones
que además difundimos ayudados por nuestros torpes informadores o comunicadores
sociales incluidos esos que se las creen cuando los otros tarados pertinentes
reparten premios y cucardas que no son mucho más que eso símbolos fungibles que
fácilmente quedan en el desván de la historia.
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