Las conquistas laborales que se
hicieron a lo largo de la historia, contribuyeron sobremanera para objetivizar
las relaciones de trabajo que por naturaleza son relaciones subjetivas, que
encasillan estandarizando posiciones particulares discrecionalmente
determinadas por criterios particulares que por lo general obedecen a diseños
caprichosos por cualquiera sea el lado por el que se los defina, aunque las
conquistas por lo menos en la aldea local vengan lentas porque en realidad los
secretarios generales que presuntamente defienden a los trabajadores, trabajan,
valga la redundancia, mancomunadamente con los empleadores entonces siempre hay
más subjetividades de la que debería haber, hasta que la tensión social los
pone en vereda y los induce a recordar el origen de su función. La conquistas
laborales que se hicieron a lo largo de la historia permiten una
estandarización de remuneraciones que aísla la conocida posición del trabajador
que supone por su cuenta que es el mejor y que por eso merece un plus, la
estandarización de las funciones por medio de condiciones homogéneas, reparte
más equitativamente esfuerzos y compensaciones, aunque no sea la perfección.
Las conquistas laborales neutralizan la discrecionalidad.
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