La riqueza es considerada en
forma general como una proeza personal que remite a presuntos méritos de quien
la forma y la conserva, y en otros niveles como condiciones indispensables para
la dinámica de la macroeconomía porque de ella provienen por derrame muchos de
los inductores del bienestar social, paradigma que no siempre se cumple
especialmente si los escenarios en los que tiene que darse son de carácter
periféricos, en el otro extremo de esa gesta la pobreza es considerada en forma
general como una indolencia personal que remite a presuntas decisiones
equivocadas de quien la tiene y la sobrevive, y en otros niveles como
condicionantes accesorios y costosos para la dinámica de la macroeconomía
porque de ella provienen las ineficiencias en los circuitos inductores del bienestar
social, aunque sean consideradas de esa manera en ocasiones la riqueza y la
pobreza son, por defecto, estigmas indeseables aunque presenta de un sistema
perverso.
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