Fueron los ingleses, quienes
encontraron en los trenes de carga un medio rápido y eficaz en el proceso de
traslado de materia prima a zonas portuarias, para desde allí embarcarlas rumbo
a Europa. A principio de siglo, el desarrollo ferroviario impulsó el
crecimiento agropecuario y sus exportaciones a Europa. Un desarrollo que tenía
como contrapartida el estancamiento de la Argentina industrial. Fueron años
donde nuestro país importaba, del viejo continente, productos manufacturados
con materia prima Argentina. Una situación denunciada por sectores políticos
con sustento popular, como los progresistas santafesinos de Lisandro de la
Torre o los personalistas de Hipólito Yrigoyen. En 1947 de los 42.700
kilómetros de vías existentes, 29 mil habían sido construidos por capital
privado y extranjero. Capitales británicos financiaban el crecimiento de la red
ferroviaria, al tiempo que condicionaban el desarrollo de la industria
nacional. Las empresas que intermediaban en el negocio eran, generalmente,
británicas y pertenecían al mismo grupo de intereses que invertían en la red
ferroviaria. Locomotora a vapor Tras los años, sellados en la historia
argentina como la década infame, la nacionalización de los ferrocarriles se
transformó en una causa que sirvió a un proceso cultural con eje en la
revalorización nacional. Se masificó la comprensión de lo que representaba la
red ferroviaria al servicio de un país que pugnaba por romper los lazos de
dependencia que imponía la política Británica en el Río de la Plata. Perón no
desaprovecho aquel momento, transformó la nacionalización de los ferrocarriles
en la acción política más trascendente de sus primeros años de gobierno. El 1
de marzo de 1948 una multitud rodeo la estación retiro para festejar la
nacionalización de los ferrocarriles. Juan Perón no pudo asistir al acto, fue
operado de urgencia, afectado por apendicitis. Frente a la terminal de trenes
miles de personas se enteraron, en ese mismo instante, de la ausencia del
presidente en el lugar. Sobrevoló , entonces, el temor de una acción contra
Perón. La multitud dudó y comenzó a pedir su presencia. Para calmar los ánimos,
y darle credibilidad al parte oficial, se tuvo que organizar una comunicación
desde el lugar donde estaba internado Perón. Setenta minutos después de
iniciado el acto se anunció la palabra del jefe de Estado y su señora. Primero
habló Evita....Fue de las pocas veces que una multitud escuchó a Evita sin
corear su nombre. En silencio esperaron la palabra de Perón... La estatización
de los ferrocarriles no fue simplemente una transferencia de la administración
de los servicios. Aquel traspaso representó la creencia que se estaba ante un
hecho soberano e independiente que fortalecía la identidad nacional. El proceso
de industrialización que estaba desarrollando la argentina requería de un
estado fuerte, capaz de ser la locomotora que impulse la producción nacional.
La red ferroviaria continuó creciendo hasta 1957, año en que se llegó a los 47
mil kilómetros de extensión. Desde entonces, comenzó un retroceso gradual y
sostenido en la red.
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