Pájaros de mal agüero, no se
escucha mucho, pero tal vez vendría muy bien un impuesto una contribución que
fuera una tasa retributiva por “pronósticos erróneos” dirigidas a periodistas
gente especializada académicos especialmente, que devuelvan un “costo” de
escucharlos o leerlos si los vaticinios las profecías no salen como ellos
anuncian, sin restringir libertades, ni de expresión ni de prensa ni libertadas
de nada por ahí reaccionen esos que hablan de libertades todo el tiempo
mientras sean las propias nunca las comunes sin ejercitarlas, gabelas que se
pagaran en funciones directas a las cantidades de tinta u otros recursos
utilizados como segundos de televisión o caracteres para la tecnología digital,
para manipulear a la opinión pública, a favor o en contra, una multa para los
agoreros más a los apocalípticos que a los de otra especie, tal vez vendría muy
bien que un legislador de la laya que sea o el jefe de algún ejecutivo de
ocasión se interesara de la salud mental de su población y le pudiera evitar de
estas maneras los excesos los defectos las omisiones de agorerismos que se
convierten en contaminaciones auditivas visuales contaminaciones morales, más
la negativas que las positivas porque al final de cuentas en la aldea donde
vivimos son más importantes aquellas que estas o al menos más repetidas o al
menos más repetidas que otras, porque hay un atiborramiento de gente interesada
en transmitir esos desopilantes y desalentadores mensajes cargados del morbo
propio que pueden trasuntar la actitud de disfrutar con la desgracia del otro,
y ese derecho aunque tenga la forma de un derecho no es derecho de nadie, por
eso esa entidad que llamamos estado en esta aldea de pacotilla tal vez podría
propiciar un emolumento de esta naturaleza.
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