Con códigos del año de ñaupas
todavía resistimos en la aldea las modificaciones a los viejos mamotretos del
derecho comercial del derecho civil y del contencioso administrativo, como si
todos fuéramos expertos juristas o judiciales que de tan sabios que somos
imponemos la razón y la justicia en todo el territorio, todavía resistimos en
los cueros de esos impresentables que dicen que nos representan y que son
empleados del mes de cientos de miles de patrones más chuiquititos a los que no
se les conoce la cara y que bien que les pagan para que levanten bien como
corresponde, las manos al momento de las votaciones cuando estas se proponen,
cuando las reformas presentadas van a la esencia de muchos de los
inconvenientes que tenemos en nuestras estructuras sociales residuales, algunos
de los cuales son más graves que otros aunque en la apariencias esas gravedades
se disimulen, porque algunos de los inútiles representantes o periodistas bobos
que tenemos se concentran serviles de intereses ajenos en las discusiones de
efectos más morales que prácticas, como el tiempo apropiado en que un ser
comienza a ser tal, para evitar hablar de otros temas más prácticos y no por
eso menos conectados con las éticas, que son igualmente importantes que definen
también nuestras desprolijidades en los porvenires, como que no se puede hacer
especulación inmobiliaria con tierras marginales muy baratas para radicar
familias de alto poder adquisitivo pero con conductas de evasores dañan los
presupuestos públicos, costos privados transformado en costo social.
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