Lejos de la censura o de
restricciones igualmente compulsivas tendrían que haber mecanismos automáticos
de sanciones a los que hablan y lesionan las sensibilidades sociales la
disposición emocional en las estructuras sociales residuales que sin dudas
también es compleja de medir, seguro aunque no necesariamente imposibles si
periódicamente se habilitaran ciertos mecanismos plebiscitarios que nos dieran
las oportunidades a los comunes a expresar lo que pensamos y de ser más cuerdos
de lo que presuntamente somos, para algunos de los peores de estos ejemplares
que abundan tendrían que correr penalidades como encanarlos para hacerles
rehabilitaciones y devolverlos a los circuitos cotidianos curados de los
espantos que producen masivamente en los públicos que reciben los mensajes,
porque a confesión de partes relevo de pruebas, se propone como ejemplo la
revisión de esta última manifestación, en un canal cualquiera el último domingo
un periodista estuvo hablando por espacio de media hora, de las posibilidades
de disfrutar el día para recorrer la ciudad de la furia aprovechando que no
“hay nadie”, aunque sea inimputable en su naturaleza de chanta como otros
atorrantes similares, la conclusión después de tan analíticas conclusiones, es
que los que quedan en la ciudad de la furia estos fines de semana largos donde
se ponen en evidencias los peores síntomas de las crisis que aquejan a la aldea
tienen directamente la categoría de “nadie” es lo que entiende este periodista
y el que le paga o los que le pagan de las estaturas sociales de quienes no se
mueven en los fines de semanas largos, “nadie” son aquellos que seguramente no
disponen de tarjetas de créditos de autos de altas gamas o de panzas
importantes armadas a base de mucha alimentación y mucho vino, si las
explicaciones a este tipo de distorsiones son del tipo que este periodista
habló en términos figurados es que media hora es mucho tiempo para hablar en
términos figurativos.
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