No parece, es, como una rueda
somos, como un aro perfecto, confirmado, venimos dando vueltas desde nuestro
propio mayo en el lejano mil ochocientos diez, somos así, lo fuimos y parece
que lo seguiremos siendo, irremediablemente, vamos y volvemos a los mismos
lugares con los mismos defectos que progresivamente son más que los aciertos
con las mismas rigideces impávidos, ahora por estos día volvimos con los líos
por el precio del pan, que los molineros les tiran las culpas a los
intermediarios que los intermediarios se las tiran a los molineros y así
sucesivamente van cayendo los productores los que transportan los insumos lo
elaboradores en unas cadenas de interminables argumentos y culpables que no son
culpables en un espacio de inocentes en donde al final tienen que estar los
culpables, que también van hacia lo mismo de siempre, ese final donde queda el
gobierno cualquiera el que esté como la única forma que tienen nuestros más
bajos instintos que estos si son bajos en serio, de dar forma a algo que reciba
las imprecaciones o mejor las puteadas, un rostro sin rostro en el cual no
cagamos olvidados de nuestras contribuciones a estos fenómenos, porque mientras
hay quejas sin resoluciones de aumentos en el precio de este bien crucial en la
canasta frívolos vamos en carradas en viajes internacionales a traernos en
carradas también bienes que no son imprescindibles, como el pan, que es
imprescindibles para los pobres.
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