Con el perdón del maravilloso
Víctor Hugo del cual me separa un abismo de conocimiento claramente a favor de
él y en contra mío, le tomo la idea para hablar de los miserables nuestros de
cada día, de esos que aparecen en las televisiones en los congresos en las
calles pasando por sus treinta segundos de fama, los miserables que ayer
entraron en pánico cuando circuló una versión por los canales de información en
medios que son propiedades privadas de ellos, que como base imponible para
algunas imposiciones se tomaría el valor del mercado en cuenta del valor fiscal
que se toma actualmente de sus inmuebles de mierda que ellos valúan como si
fueran palacetes en los campos Eliseo, mierda que se pusieron nerviosos los
miserables asustados asustadizos y eternos vivos que compran por dos guitas y
quieren vender por un millón de dólares así con esa expectativas y
cooperaciones de segunda terminen siendo responsables de la pobreza y la
indigencia de proporciones crecientes de otros prójimos, los miserables
moviéndose a partir de la misma lógica que explica porqué compran por dos
mangos en mercados de “negros” con tarjetas de créditos de “ricos” cuyo costos
de mantenimiento nomás multiplican por cinco o seis veces esos mismos dos
mangos, para la valuación fiscal que da lugar a la tributación “valor fiscal en
pesos a valores históricos y no indexados”, para la comercialización en lo que
los miserables llaman mercado inmobiliario “valor de mercado en dólares a valores
actuales e indexados”, costo privado de corto plazo burdo y ordinario
financiado con costo social de largo plazo, es de aldea de entupidos porque
sería como decir “lo jodo al estado hoy con los impuestos total lo joderá y
pagará mi nieto con impuestos con carga por deuda pública por ejemplo”, todo un
contrasentido en esa aberraciones de las que somos cultores pero antes
inventores porque sin andar mucho nomás no es difícil darse cuenta que en otras
aldeas no habrá tantos estúpidos, o miserables, perdón Víctor Hugo.
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