Casi siempre nos agarramos con
los visibles que son los que primero se tienen a mano cuando hay delitos contra
el patrimonio social, y hablamos de la corrupción y de los corruptos que la
sostienen porque esos están ahí, en la superficie, son gobernantes o
funcionarios de los gobernantes o son legisladores o son jueces pero la
cuestión es que cuando necesitamos denotar a alguien ahí están, visibles a los
ojos de cualquiera más o menos cara rotas que se enriquecen con el esfuerzo
ajeno que por otro lado es la única manera de tener más y de más, pero bueno,
son empleados públicos y ahí estuvieron, ahí están ahí estarán, los invisibles
son los que revisten mayores gravedades ellos sí que cuentan a las horas
finales de los balances cuando faltan dinerillos de las arcas del estado,
interesan más porque son muchos, invisibles a los ojos y a la percepción de los
mortales comunes pero igualmente delincuentes como los otros, tipos grises o
que parecen grises pero que tienen sus cuotitas de poder y con sus cuotitas de
poder impunidades para ser peores corruptos que los otros empleados públicos,
que dicho sea de paso eran empleados de categoría de una época en que
probablemente hacían lo mismo pero se notaba menos, estos son peores que
aquellos porque como nadie los ve hacen lo que quieren en sus planillas de
contabilidades donde pueden falsear y mentir sin que nadie se percate, son
iguales de corruptos que los que andan en la actividad privada con la
diferencia que a la factura de sus locuras la paga la gente la sociedad cuando
en la parte privada también la paga la gente pero dentro del ámbito privado.
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