La misma lógica de la
insustancialidad sustancial para alcanzar lo que aún no se sabe bien qué se
quiere alcanzar, porque lo que se tuvo en algunos casos sobró en otros faltó en
las resoluciones de los conflictos comunes, la misma lógica de la
insustancialidad de la fruslería que no termina de mutar en esencia coherente,
que no termina de pasar de la mezquindad sustantiva a la amplitud de lo plural,
es probable que conlleve a las articulaciones necesarias para lograr la armonía
de una gobernanza local que definitivamente impida las irracionalidades de las
desproporciones que aún con los avances que se logran, continúan estigmatizando
la ingravidez de la condición, la misma lógica de la declaración para anular la
acción o para hacer de cuenta que con eso alcanza para corregir la inacción, es
la que todavía se sostiene, cínicamente, en cualquier lado, de la aldea o fuera
de ella, pero especialmente en foros globales que supuestamente se crean o
mantienen para transformar, lo insustancia en sustancia global.
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