La misma lógica que sirve para
describir los síntomas del agotamiento que es propio del hacinamiento urbano,
misma lógica que sirve para explicar conductas neuróticas que podrían
convertirse en días de furias, la misma lógica que se sigue para entender esos
desvíos de las conductas “normales” que son las consideradas las normales en
medio de los contextos cotidianos y anormales, la misma lógica de la
neurastenias en el discurso sesentista y la misma lógica del estrés
veintiunista del tercer milenio, que se usa más para expulsar que para
incorporar gente al sistema, es la lógica linean de quienes en estas polémicas
sobre la deuda soberana y los cumplimientos a los buitres, opinan que a las
deudas hay que pagarlas, y que a los compromisos asumidos hay que cumplirlos,
sin considerar en absoluto ningún punto de referencia de e situación inicial,
como la del cacique Cuauhtémoc en el foro de líderes mundiales donde con
precisión de contador denuncia el afano de doscientos mil quilos de oro y trece
millones de quilos de plata que fueron robados de estas costas durante los
siglos diecisiete y dieciocho, la lógica de los que viven en estados de
culpabilidades permanentes.
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