martes, 4 de diciembre de 2012

En primera persona

Superposiciones de conjuntos. y las generaciones vamos pasando en postas que nunca se acaban siempre hay los que se están yendo siempre están los que están llegando, contacto con Santino el hijo de Jesica y Nicolás allá donde estuvimos en la estancia la figura en buenos aires y en la primavera de 2012- Y allá estuvimos un par de días riendo gruñendo (eso es lo que hizo Santino apenas me vio nada de risas ni de otros protocolos) conversando renegando con los fideos jugando andando en caballos en sulquis comiendo durmiendo, hasta que apareció el sapito y lo protegimos de los gansos que paseaban alrededor de donde estuvimos al lado de la pileta a la sombra de unos añosos arbolitos cerca de una enredadera de muchos colores como el adorno de una fuente custodiada por un angelito. “Y mientras tanto, el viejo es feliz gracias a mi favor; es agradable para los amigos y no carece de gracia en las francachelas. Según Homero, los labios de Aquiles no destilaban más que hiel, mientras que de la boca de Néstor fluían palabras más dulces que la miel, y los ancianos que se congregaban en la puerta occidental de las murallas de Troya se entregaban a apacibles conversaciones”. “Considerada desde este aspecto, la vejez supera a la infancia, edad dichosa, sin duda, pero, al fin y al cabo, infantil, ya que le faltan esas charlas amenas, principal recreo de la vida. Conviene observar que los viejos quieren con frenesí a los niños, y éstos a los viejos, sin duda porque (como dice el poeta Homero) “los dioses se complacen en poner siempre juntos a los que se semejan”. ¿En qué otra cosa se diferencia sino en que el viejo tiene más arrugas y más años? Por lo demás, todo es igual entre ellos: cabellos descoloridos, boca desdentada, cuerpo pequeño, apetencia de la leche, balbuceo, charlatanería, frivolidad, olvido de las cosas y falta de reflexión”. “Cuanto más avanza el hombre hacia la vejez, más va pareciéndose a los niños, hasta que, al igual de éstos, el viejo se va al otro mundo sin sufrir el cansancio de la vida y sin sentir la muerte”. Desiderius Erasmus Roterdamus.

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