Es reiterativa la tara de decir
que uno es lo que no es y de negar ser lo que en realidad es, una tara que
seguro tiene raíz universal pero su réplica local potenciada, así los tarados
por lo menos los de por acá tienen diseñada una sociedad donde la mirada de las
personas que la integran se pasan controlando a la otra mitad de la población
que, a la manera de un balancín, también ejerce control sobre la otra mitad, es
que la mitad que aparece como la población más estructurada la que
presuntamente cumple con las disposiciones y las leyes en las intimidades es la
menos estructurada y la que menos cumple con las prescripciones comunes, es que
la otra mitad que aparece como la población menos estructurada la que
presuntamente no cumple con las disposiciones y las leyes en las intimidades es
más estructurada y la que más cumple con las prescripciones comunes, rozando el
milagro cotidiano por el que miles de pobres carenciados y desposeídos se
resignan a aceptar que conviven en el mismo planeta con miles de ostentadores y
apropiadores que se las creen de poderosos, círculo vicioso de la condición
humana que no sirve para terminar de responder preguntas que no tienen
respuestas, porqué unos no comen mientras otros destruyen capital social
conseguido.
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