Un sol para los niños, justo el
que no aparece en ninguno de los trescientos sesenta y cuatro días restantes de
un año largo, un sol para los vivos, unos sobre actúan otros los más chicos se
divierten, otros donan a cambio de impuestos a las ganancias, otros evaden
impuestos con sobre facturaciones o con sub facturaciones a propósito del día
más importante, todos cobran embolsando las contribuciones del vulgo, la tara
es clara aunque por lo general se la asignamos a los que nos gobiernan, es
hacer más profundo el abismo entre el discurso y el recurso, ampliar la
distancia entre lo que decimos y lo que hacemos y encima con la misma cara sin
cambiar de rasgos ni de actitudes, como si eso no fuera nada, como si eso no
importara nada decir blanco y hacer negro, cuando eso en otras latitudes tiene
el nombre del cinismo más puro cuando eso es lo que nos condena cíclicamente a
los infiernos que nosotros mismos nos creamos, como el proceso por ejemplo
entre los últimos, se viene el día del niño y hay tarados que piensan que el
conductor más los otros conductores que se ponen esas remeras blancas como la
inocencia de los niños cuyo día se festeja son como esos mismos niños inocentes
almas que voluntariamente y sin comisiones pierden sus valiosos tiempos para
fogonear las maravillosas causas de la UNICEF que al revés de los que piensan y
dan a entender los tarados hacen grandes negocios globales con estos eventos,
bueno es que los tarados primeros sigan pensando que todos estos tarados de más
cerca donde hay personajes mediáticos con sonrisas de prótesis hacen esta
movida sin honorarios como UNICEF sin el aporte de las naciones o corporaciones
que las bancan, así todos los tarados seguimos ordenados, los que se ríen de no
sé qué para las fotos, los niños, los que hacen negocios, y los cientos de
miles de giles que encima cuando seguimos estas historias por TV hasta
derramamos algunas lágrimas.
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