Se enojaron los negros, los
sacaron de sus ejes de los boggie les movieron los rieles les quebraron los
durmientes, les suspendieron la tara, esa tara tan común en la aldea que los
unos son cautivos de los otros y estos de aquellos en la aldea de siervos, por
caso en este caso la clase media, que sin ser un rejunte de santos
precisamente, son cautivos de los paquetes de la alta sociedad y de los negros
que ahora se ofendieron porque saldrán con sus argumentos, probablemente, a
decir que las filmaciones de ayer donde muestran a uno de ellos durmiendo y el
otro leyendo y el otro entretenido con su celular en la cabina de un tren en el
que transportan mil personas, esos mismos dirán que eso de filmarlos es ir
contra la intangibilidad de sus libertades laborales, se enojaron los negros y
arrancaron agosto justo el día que hay que chayar los nidos para aventar los
malos espíritus, arrancaron con un paro sorpresivo, probablemente en reclamo
porque los filmaron rascándose a cuatro manos mientras conducían una formación
de trenes que transportaba a mil pasajeros o a unos es lo mismo de grave en
promedio, se enojaron los negros y decretaron la huelga, pobres de nosotros
pobres infelices que precisamente no somos niños de pecho, que con otras cosas
y con algunas excepciones, nos rascamos a cuatro manos como estos negros y los
rubios productos de intensas cruzas de los que vinieron de otros lados a
hacerse la américa, y se la hicieron, esa misma américa que nunca fue nuestra.
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