jueves, 1 de agosto de 2013

Taras y tarados, presupuestos.



Y si actuamos como tarados después no nos enojemos cada vez que parezca que alguien nos toma de tarados y nos hace cualquier cuento del tío, esta es la tara, y los ejemplos irrefutables que sembramos a lo largo de nuestra accidentada historia son muchos variados y palpables, entre los cuales, los últimos al menos, fueron los apoyos incondicionales de la población civil a los militares que se entronizaron en el poder en mil novecientos setenta y seis aunque ahora nos hagamos los reverendos pelotudos, las salpicadas de patrioterismo de los ochenta cuando mandamos al paredón a cerca de tres mil chicos por culpa de un borracho irresponsable, o las sobreactuaciones de dos mil uno con el fruto de nuestra más boludas especulaciones financieras más allá de la responsabilidad que en eso le cupo al impresentable de cavallo así con ve corta, y si somos tarados a la hora de votar y votamos mal lo que corresponde es que banquemos como bancan los machos en el amplio sentido de la palabra que acepta dentro de esta categoría a las hembras más pintadas, ahora nos reímos por ejemplo que el gobierno en algún lado descubrió un menú de tres pesos y nos rasgamos las vestiduras con argumentos variopintos opinando de un menú que no costará los tres pesos que “ellos” dicen ni los ochenta pesos que los “petiteros” dicen y que la verdad en este rollo está en un promedio más cerca de los tres que de los ochenta pesos y que sobre esta realidad y el capricho morboso pegajoso y reiterativo de echarle las culpas que son nuestras a los gobiernos no arreglaremos nada esa patología.   

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