La misma lógica decimonónica y
victoriana de apuntarle a lo irrelevante como condición que conduce a lo
relevante, de hacer barullos de sabandijas, de levantar cotorreos de señoras
con batones ruleros y chancletas, para que a los desprevenidos les suene a
importante y, movidos por sus emociones más cochinas levanten mezquindades y
revoluciones en función de sus inconfesables mezquindades, la misma lógica de
Conan Doyle de ver dónde o hacia dónde otros solo miran, la misma lógica de
Rabelais de abundar para que aparezca solamente lo superficial mientras
discurre los esencial, tiene que ser la lógica que aplican los chantas
comunicadores sociales en la aldea para informarnos a los otarios sin
elecciones que somos nosotros, vacío de la información o información vacía, cuando en forma
rimbombante nos informan de procesos judiciales, como el de la causa del
vicepresidente que, ellos y nosotros, saben de antemano que son equivalentes a
gastar pólvora en chimangos, porque hoy venden ciento cincuenta mil ejemplares
de sus putos diarios con información de la que mañana ni nos acordamos.
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