jueves, 1 de mayo de 2014

Desmitificaciones; dramatizaciones.



La misma lógica del esteticismo clásico que muchos ubican en el siglo pasado de las concordancias entre la acción el lugar y el tiempo del la misma como condiciones de la representación de una realidad en la que se potencia el drama como principal atributo de un escenario con despliegue humano, la misma lógica de la dramaturgia como proposición de una exposición de un nudo o de un desenlace que conducen inexorablemente a una consumación irreversible y trágica o un poquito menos que trágica para evitar las sinonimia entre drama y tragedia que guardan sutiles diferencias de cualidades, es una lógica que habitualmente aplicamos en la aldea con los inconvenientes personales de los cuales hacemos como una dramaturgización del drama personal y todo lo vemos con ese eje lo que nos quita radios de visiones porque al final de tanto fijarnos en los propios terminamos por no ver los inconvenientes de los prójimos que bien nos haría para muchos aspectos de la vida en común, como es el caso de la inflación evento del que cualquiera se cree al margen de su generación cuando en realidad además de venir de los atorrantes de donde proviene – léase nuestros notables mal llamados empresarios, ladrones con buena ropa – depende de cada uno de los que avalamos los aumentos de precio en cada situación de intercambio adonde cedemos a los que nos agraden.


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