La misma lógica de juntar por
años enteros trastos que nos desbordan y que con el mismo tiempo pierden
condiciones cualidades y utilidad, la misma lógica de ir acumulando los
utensilios accesorios a cambio de quedarse con los esenciales que por el mismo
motivo se tiran, la misma lógica de ir amontonando lo descartable que significa
descartar lo importante, dejar de lado lo significativo de aferrarse a las cosas
que nos atan al mundo donde estamos, y alejarnos de aquellas que tienen pistas
de los escenarios donde no estamos, la misma lógica del síndrome de Diógenes de
ir recogiendo por la vida y guardando lo que además va pasando a la categoría
de cachivaches después de haber sido relevante para uno o para otro, es la
lógica que nos mortifica en la aldea aunque más que con las cosas materiales,
con las cuestiones de los prejuicios que nos sirven para ponderar los
porvenires, casi sin excepciones vamos proyectando nuestros futuros
atemorizados por los resultados de las circunstancias pasadas y de ese modo,
anclamos exageradamente los presentes a lo que debería ser, que a lo que es,
por eso hay tanta gente tildada de comunicadores sociales, que pasa de
inteligente contando domingo tras domingo contando de Apocalipsis sociales y
económicos que nunca llegan, como pájaros de mal agüero.
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