sábado, 12 de octubre de 2013

Desmitificando; decir sin decir nada.



Horas y horas de noticieros sensacionalistas, de palabras insustanciales, de análisis mezquinos, de equivocar los diagnósticos, muchas horas, por estos lados es toda una especialidad dar grandes discursos sin decir sustancialmente nada, adornar los discursos de palabras, difíciles poco usadas novedosas si se puede, orlarlas con consignas supuestamente heroicas mitológicas mágicas de esas que los interlocutores están queriendo escuchar en sus improvisadas formaciones, sobre la patria sobre las libertades y las justicias, interpretadas subjetivamente que no sirven en tanto para nada, por estos lados es toda una especialidad un made in aldea decir sin decir nada hablar sin decir nada, armar relatos vacíos y vaciados de contenidos porque tampoco los interlocutores quieran escuchar peroratas diferentes, hablar por joras de los irrelevante para no hablar de lo relevante, gastar tiempo en palabras que vuelan con los vientos, que se arman con vistosas apariencias con cuidados de artesanos pero que después desaparecen con los vientos y de acuerdo hacia donde corran esos vientos, decir sin decir nada, horas enteras, días y campañas enteras, políticas o de comercializaciones o las que fueran, allá vamos todos juntos en esa manía de no escucharnos de mirarnos el ombligo mientras ponemos caras de interesados, opinar sin jugarse, hablar de lo accesorio antes de hablar de los esencial, del accidente que de lo regular, esos son los productos que nos venden y compramos mansamente nuestros más conspicuos comunicadores, o al menos los que aparecen como nuestros más conspicuos opinadores, esos de los noticiero amarrillos contando de sucesos sobre los que no hay forma de hacer algo y menos revertirlos, hay quienes pagan por estas disposiciones y hay quienes cobran.   

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