Es preferible rechazar las
oportunidades que presuntamente prometen los que prometen esas oportunidades
que nunca se dan y aceptar las oportunidades que presuntamente no prometen los
que no prometen y que en una de esas se dan por los menos en las costas por
donde caminamos con niveles de hipocresía que tienen que hacer temblar a dios
de impotencia y al diablo de satisfacciones porque además se dan en un marco de
justificaciones éticas morales y religiosas que asombran y apestan, por lo
menos cuando las referencias se hacen a la posibilidades de desplazamientos que
uno puede soñar resolver durante vida de duración media en el trayecto de un
promedio aceptable de años en una estructura social normalizada, no es ni
siquiera cercana a una estructura social de oportunidades donde las relaciones
nominales prevalecen marcando las pautas en la administración de los
privilegios económicos y de poder donde el patrón continuará siendo patrón y la
servidumbre continuará en servidumbre, aunque los nombres que estas escisiones
de origen vayan cambiando con las modas.
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