Insisten con lo que ellos suponen
que está mal pero que entra en la discrecionalidades de cualquier gobierno
producto de elecciones libres, no dicen cómo se corrige lo que está mal,
destacan el defecto sin dar la alternativa de las correcciones, revelan lo que
creen no proponen, van sobre las subjetividades de las opiniones olvidan las
objetividades, privatizaciones de los servicios esenciales con pliegues
licitatorios y regulatorios armados a las medidas de los talles especiales de
las corporaciones multinacionales, regulaciones con ánimos neoliberales en
mercados sensibles a las modificaciones de los costos sociales, desmantelamientos
de estructuras cruciales a las planificaciones como las arquitecturas
nacionales y provinciales como las vialidades, son solamente algunos de los
muchos ejemplos que encajan para los noventa en las economías de la aldea y de
aldeas cercanas, desguaces al fin prolijamente listados en que habrán estado
pensando los de la banda de menen cuando procedieron a los desmantelamientos de
oficinas y de las fábricas y de los galpones y de todas esas cuestiones de un
de grupo de técnicos al promediar los nefastos efectos considerando que en las
segundas elecciones de medio tiempo determinado de diseñar las estrategias para
bajar los que estaba arriba para destruir lo que estaba destruido, onda esos
banqueros que en esos años compraban bancos comerciales en quiebras con pasivos
insostenibles con créditos de los propios bancos oficiales a precios viles y
como testaferros de funcionarios corruptos, como ese que ahora es democrático,
y preside la notable asociación federal de bancos privados de esta aldea de
payasos y olvidadizos.
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