La misma lógica mamarrachera de
los chantas narcisistas en la aldea, esos de los que Hoffer dice que de verdad
aman al prójimo como a sí mismos cuando
de verdad son chabones que se aman más a sí mismos que a los mismos prójimos,
de los que hacen a los demás lo que se hacen así mismos según su versión cuando
de verdad son primos que no hacen a los demás lo que se hacen a si mismos o
viceversa, la misma lógica es estos delirantes y borrachos, de esos que odian a
los demás cuando se odian sí mismos cuando de verdad son tíos que odian a los
demás cuando no se odian a sí mismos, de esos que son tolerantes con los demás
como son tolerantes consigo mismos de los que Hoffer dice cuando de verdad son
changos que no son tolerantes con los demás como son tolerantes con ellos
mismos, la misma lógica de los que confirman el culto de la personalidad propia
heredada del hijo de la náyade Liríope y del río Céfiro, la misma lógica de los
miserables que mataron al tipo en el enfrentamiento de barras bravas o los que empujaron
al tipo desde el puente Avellaneda por estos días, en los que aparecen tantos
trabajando para ver si logramos una réplica de las barbaridades que ya se sabe
quién están haciendo en Venezuela, que empujaron a un discapacitado que se
desplazaba con su mujer embarazada y de urgencia en una moto, esa misma lógica
es la misma lógica de los man que están preocupados por el impuesto a lo autos
de alta gama que; ¿cuántos legítimos preocupados por ese tema puede haber en
esta aldea?, porque de verdad hay dos opciones, o se es pobretón y entonces no
hay porqué tener preocupación por estas cuestiones que son infinitamente menos
importantes que el aumento en los precios de los alimentos por ejemplo, y se es
ricachón en realidad qué carajos puede importar lo que haya que pagar como
impuestos por eso, aunque hay una tercera explicación, para que haya muchos
preocupados por eso, quedan así y por supuesto en el medio, la amplia franja de
medio pelo, de los que quieren dar con el target de ricos pero en realidad son
pobres, infelices, petiteros barulleros sin carajitos por los tiempos modernos,
de los que hay muchos por la aldea.
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