viernes, 28 de marzo de 2014

Desmitificaciones, objetividades.




La misma lógica del arcipreste de Hita por la que en los actos de creación de la tradición escrita se intercalan fábulas con liviandades y apólogos de la gente notable de los que en la aldea se supone son formadores de opinión, con alegorías varias a cuestiones cotidianas porque las extraordinarias ni se detectan, con sentencias a moralidades y moralinas vacías, con medulosos sermones, y cantigas de ciegos y de escolares de tipo goliardesco de estudiantes vagabundos de vida licenciosa alegre divertida, con composiciones líricas profanas, serranillas, muchas veces paródicas, derivadas de las pastorelas, todo lo cual al lado de otras invocaciones religiosas, como himnos y gozos a la Virgen o a Cristo, es la que aplican nuestros deficientes comunicadores sociales, especialmente los de los llamados medios hegemónicos que es para decir los que tienen la manija en estos mercados que en todos los casos son oligopílicos con posiciones dominantes, además de algunos otros personajes en escenarios donde las objetividades son excepciones importantes y en cambio todo está bajo la sombra de las subjetividades más tenebrosas, cuando en los claustros se enseña como principio que la información tiene que ser más objetiva que subjetiva, en esos anuncios que mañana será peor que ahora, y pasado mañana peor que ese mañana, que todo se derrumbará y que de eso hay un único y exclusivo responsable, el gobierno, como si fuera un gobierno con una pléyade de niños de pecho.

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