jueves, 13 de marzo de 2014

Desmitificaciones, victimizaciones.


La misma lógica de naturaleza freudiana la de victimizarse para ganar, la misma lógica del victimismo o victimización que es así nomás sin más, la tendencia o la predisposición de una persona, de uno, de otro, a considerarse víctima o, en su caso, hacerse pasar por eso, por un pobre mártir del sistema por un pobre infeliz en el desierto de la indiferencia de otros, la misma lógica de quien sufre un daño personalizable por caso fortuito por azar o por eventos aleatorios, o por culpa ajena por culpa de otros que son los malos frente a un bueno, la misma lógica del que se disfraza de víctima, consciente o inconscientemente, del que simula una agresión o un menoscabo, inexistente o supuesto, responsabilizando inexactamente, así nomás como si nada, al entorno o a los demás, en una retórica demagógica que busca desprestigiar de una forma falaz la argumentación del adversario denotándola como impuesta o autoritaria, como que está fuera de lugar, descalificándola sin más, posicionando al adversario de forma implícita como atacante, aunque no lo sea, la misma lógica que deviene de adoptar una postura de víctima en el contexto de una discusión, que es en realidad un trastorno paranoide común en la aldea, consistente en culpar a otros de los males que uno padece y resguardarse en la compasión ajena, por una deformación pesimista de la realidad en la que el sujeto se divierte en el lamento y queda incapacitado para realizar cualquier tipo de autocrítica, es la que aplican los docentes por estos días, de la misma manera que la aplicaron, la aplicarán, como la aplican, la misma estrategia todos los años por estos días, en una cadena que después van repitiendo los agentes porque cuidan de “nuestra” seguridad del orden, los médicos porque cuidan de “nuestra” salud, etc. de “nuestros”, sin solución de continuidad a quién será el que en algún momento haga algo para parar la inflación, que en un momento tiene que parar, como para después de una ralentización generalizada y violenta de la economía, porque en la cadena hay profesiones o trabajos que son importantes para la sociedad pero no para los individuos, más que para otros para los mezquinos tacaños que acumulan a costa de los que les saca a otros, no son víctimas ni de cerca los maestros, de nada, piden mejores sueldos pero no mejoran sus productividades, que no al veinte y que tampoco al treinta, no son víctimas, de nada, nosotros tampoco somos víctimas, de nada, en todo caso somos victimarios de los giles que tenemos cerca, a ellos les echamos la culpa de los dramas propios y de no hacernos cargo de nada, pobres contra pobres, carenciados contra carenciados.


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