La misma lógica del perseguidor
perseguido, del que persigue porque lo persiguen otros perseguidos que se siguen persiguiendo, de andar eligiendo lo informal antes que lo formal, pero porque en
realidad a nadie le importa lo formal que en realidad es informalidad
disimulada generalizada, pero porque ni tampoco importa lo informal que es más
formal que lo formal y le llaman usos y costumbres, la misma lógica que es
complementaria a la lógica de la victimización pero antes a la lógica de la
persecución, del que se siente perseguido del que persigue a cualquiera, la
misma lógica también complementaria de la lógica de la discriminación, que
pautamos mucho por la aldea, es la lógica que seguramente aplican los que no
terminan de convencerse que los costos sociales de oportunidad de desplegar
dispositivos y normas de seguridad en los combates contra la delincuencia y
todas las formas de actividades que son ilícitas en sus naturalezas de
informales son significativamente mayores a los costos de financiamientos de
distribuciones más equitativas de los ingresos nacionales, que los costos
locales también de oportunidad, de corregir informalidades en su mayor
proporción de carácter delictivo, son mayores a los costos de forzar
correcciones locales con costos sociales más significativos que los costos
globales.
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