La misma lógica de la sentencia
implícita del aprecio hacia uno mismo en la letra bíblica de amarás prójimo
como a ti mismo, pero amplificada, enormemente amplificada, estúpidamente
amplificada, es decir sin reconocimiento por parte de quien lo ejercita de una
postura un comportamiento, que por naturaleza actúa como disparador de
compensaciones de faltantes personales, de transferencia de limitaciones
propias para que otros no se inmiscuyan, del complejo de superioridad según
Adler, que lo consideraba un mecanismo inconsciente, neurológico, a partir del
cual se resaltan las cualidades en las que se sobresale, como una forma de
ocultar otras en las que no se sobresale, la misma lógica que es la
consecuencia de un proceso de transferencia que busca esconder la inferioridad
percibida por el mismo individuo con la pretensión de ser superior a los demás,
la un sentimiento de inferioridad no expresado externamente no la consecuencia
de una convicción sobre la propia natural superioridad, que conduce a la
adopción de posturas prepotentes o arrogantes en el trato con los demás, la
misma lógica del resultado de un complejo de inferioridad mal resuelto, es la
que está muy arraigada en nuestro inconsciente social y es la que nos hace
permeables a las manipulaciones de opinión que cualquier vivo disfrazado de
político, de pastor, de periodista, o de lo que fuera, por eso cada polémica
general que requiere de serenidades, como el de la reforma del código penal,
nos desorbita y no pone enardecidos como en una cancha de fútbol, hablamos y
opinamos de un lado, hablamos y opinamos del otro lado, como si fuéramos
expertos conocedores del tema, cuando en el fondo no sabemos nada, ni nos
hacemos cargo de lo que nos asusta.
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