La misma lógica del
desvalimiento, como apostando a una veta que masivamente debemos tener muchos y
muy expuesta por acá en la aldea, en la prolongación del síndrome del
agotamiento del cansancio extremo del exceso de trabajo o de responsabilidades
o simplemente de obligaciones que despersonalizan nuestras acciones con las
bajas de sentido o de intensidad en nuestras razones de vida, que nuestros
mayores identificaban con neurastenia, palabra que por lo menos nosotros no
actualizamos porque tal vez no queremos tocar ese tema, como desafiando con eso
en la prolongación de esa sintomatología somatizada en el estrés que en
nuestras épocas de hippies llamamos surménage, es la que repiten los
comunicadores sociales truchos que tenemos, que aparecen como empeñados en que internalicemos las mañas y los
circuitos que colaboró a estudiar clasificar y a consolidar Herbert
Freudenberger, es lo que se deduce por lo menos de sus empecinamientos a jugar
con las malas noticias en todas sus posibilidades, nunca una buena ni una pizca
de noticia alentadora, ¿para qué están los comunicadores?, de buscar a los
personajes que las portan que las reportan como malas o como muy malas, a
descubrirlas de cualquier manera en cualquier contexto, tanto que si son buenas
noticias se les busca el perfil de malas noticias, y recién se publica o se
distribuye masivamente por las redes en los sitios oficiales, una cosa parecida
es lo que hicieron estos días con las predisposición del club de París para
arreglar por la porción de deuda soberana que ese grupo cuenta como activo, incorporando
eso de “Fuentes diplomáticas confiaron” que no es tan así como dijeron desde el
gobierno, que no es que no haya changüí para la aldea que debe ceder en sus
soberanías, aseguran con las fuentes despersonalizadas.
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