La misma lógica del avestruz de
esconder la cabeza para protegerse del “peligro”, de esquivar una amenaza
amplificada de volver a pasar por lo desagradable, pero que en forma inexorable
y simultáneamente significa exposición del cuerpo a otros depredadores que lo
destruirán, la misma lógica mencionada por Freud en algún escrito bajo la forma
de olvido de impresiones, escenas o experiencias que generalmente se reduce a
aislarlas, en las que además existe una clase especial que resulta casi
imposible de ser recuperada por el recuerdo, las que tuvieron lugar en la
temprana infancia y que en ese momento no fueron comprendidas, aunque
posteriormente, se interpretaron y entendieron, que no se reproduce como
recuerdo sino como acción, repitiendo sin saber lo que se está haciendo, la
transferencia, se constituye en un ejemplo de manifestación de la repetición,
el manejo de la transferencia que consiste en frenar la compulsión a la que en
consecuencia queda expuesto quien la practica, aunque eso no aleja el peligro
colateral, la misma lógica de la lejanía de un peligro simultáneamente a la
cercanía de otros peligro, que tan habitualmente practicamos muchos en la
aldea, es exacerbada desde usinas de información que institucionalmente
deberían cubrir un rol diferente en función del rol exageradamente subjetivo de
los medios de comunicación que hacen de instrumento de circulación de la
información, como se da con el tema de la inflación por ejemplo, sobre el que
se hacen análisis más o menos rigurosos sobre los efectos colaterales de
modificaciones en los niveles de precios, ahora por ejemplo de los precios
“cuidados” y no hay un puto analista un puto representante de los consumidores
ni nadie que mencione a los “descuidados” que los inmorales formadores de
precios manipulan desfachatadamente sin conciencia social sin conciencia moral.
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