La misma lógica de la prudencia,
de la moderación, de la mesura frente a potenciales comparaciones de dotes aparentemente
reservadas para algunos en los repartos de privilegios o de defectos especiales
también reservados para unos muchos en los repartos de servidumbres, de la que
da cuenta Harris cuando menciona a los semai (península de Malaca, sudeste de
Asia) que siguen un estilo de vida en el que los que tienen mayor éxito deben
ser los que menos llamen la atención, que en su estilo de vida igualitario, la
búsqueda de status mediante redistribución competitiva o cualquier forma de
consumo o despilfarro conspicuos es literalmente inconcebible, los pueblos
igualitarios sienten repugnancia y temor ante la más ligera insinuación de ser
tratados con generosidad o de que una persona piense que es mejor que otra, esa
misma lógica es la que deberían considerar muchos de los estúpidos
comunicadores sociales de los que tenemos por la aldea, profesionales y no
profesionales, esos que se pasan “estimando” catástrofes, para lograr titulares
que ponen en dinteles de publicaciones gráficas o cibernéticas y marquesinas también
gráficas y virtuales, esos que llevan el mismo tiempo que lleva la aldea
creciendo como nunca creció en su historia medido este crecimiento como
evolución positiva del PBI, diciendo que en los próximos períodos las buenas
noticias fenecen, como si los pusiera excitados esa posición que a la aldea le
vaya como el orto, ahora que se acabó los del dólar las corridas cambiarias, presagian alta inflación,
recesión (aunque no esté), y desempleo, cuando deberían invertir todo el tiempo
que invierten en sus sandeces en proponer alternativas a las propuestas
gubernamentales si les parecen tan negativas, pero no se les cae una idea, son
de terror.
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