La misma lógica futbolera de
anteponer la pasión a la quietud que saca lo mejor de nuestra identidad como
aldea, la misma lógica futbolera de anteponer el desasosiego al sosiego como
estrategia de presión no solamente de los propios sino también de los rivales
ocasionales, como una forma de imponer con la parada de una ganador un perdedor
por decreto, la misma lógica bastante común en varios rincones de la aldea de
privilegiar el malestar sobre el bienestar como parte de una estrategia
complementaria para agregar valor suponiendo que el otro ni la pensó, es la que
tendríamos que aplicar para la mayoría de los demás aspectos pero en la
consideración de no perderse en las ponderaciones que antes, hay cuestiones de
alcances morales para las cuales las poses no alcanzan, no se resuelven los
inconvenientes de dignidades de algunos compatriotas, con las meras
declaraciones de potenciales mesías que, por ciclos, se entronizan en los
poderes para confirmar instrumentaciones negativas que antes embroman al
prójimo que lo que lo honran.
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