Qui
aedificant ego donec fundata.
Que se fundan mientras no me
funda, igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches los señores
atildados periodistas del apocalipsis, esos a los que les encantan las malas
noticias mientras los efectos de esas noticias no los toquen allá van diciendo
que hacen periodismo cuando lo único que hacen catarsis que es ser como
mercenarios al servicio de los señores que les pagan que en nosotros, los que
estamos al frente, ven en nosotros solamente consumidores o deudores nunca
seres humanos, ellos van descubriéndonos para nosotros que somos unos otarios
los pelos que hay en las leches las terceras patas de los gatos la vista gorda,
con aplaudidores contratados, terminan con los anuncios de apocalipsis que
vienen y empiezan con otros y así sucesivamente, menos mal que Pantaleón y
francisco y otros santos se ve que están de nuestros lado y sus presagios
quedan como presagios para meter neurosis en masa una y otra vez para
recordarnos que somos no más que prisioneros de sus consideraciones y de las
consideraciones de los consideradores que ellos consideran que no nos están
considerando, ahora ese judas que se pasa de una vereda a otra es gordinflón
conocido con informes insustanciales ha inducido el debate nacional, cómo será
nuestro nivel de preparación que un chanta dispara la polémica nacional, de uno
de esos que como este como aquel como nosotros mismos andamos con el eslogan
que se funda aquel mientras no me funda, pura solidaridad, igual a la que
detentamos en los setenta igual que la que detentamos en el ochenta y dos igual
que la última solidaridad que desplegamos en la plata, esa solidaridad de
repartir colchones y alimentos no perecederos. (Resumen de crónicas) Ha sido,
el último, un domingo fatal para Cristina Fernández. Dos pésimas novedades le
estallaron de repente: la denuncia periodística sobre un sistema de corrupción
kirchnerista que habría permitido, al menos durante el 2011, fugar del país
entre 50 y 60 millones de euros hacia cuentas suizas y empresas radicadas en
paraísos fiscales; también la mínima victoria electoral de Nicolás Maduro en
Venezuela y las denuncias de irregularidades efectuadas por el candidato de la
oposición, Henrique Capriles. Se trata de la principal relación estratégica del
Gobierno, casi a la par de la de Brasil, atravesada también en su desarrollo
por enormes conos de sombra. El Gobierno pareció quedar en estado de shock,
perplejo, a raíz de la dimensión del impacto que encierran ambas noticias. Se
advirtió en el silencio sepulcral de un oficialismo habitualmente provocador y
parlanchín. Los tuits permanecieron cerrados o refirieron a cuestiones ajenas a
esa realidad. La Presidenta permaneció en Olivos y se supo de muy pocos
contactos suyos. Con Carlos Zannini, el secretario Legal, y con Máximo, con
quien regresó desde Río Gallegos el domingo a la tarde. Con su hijo había
estado el fin de semana para conocer su nueva casa, construída al lado de la
tradicional residencia familiar. La obra corrió por cuenta de una empresa
constructora que pertenece a Lázaro Baéz, el hombre que quedó en el ojo de la
tormenta después de la denuncia periodística de Jorge Lanata. El kirchnerismo
hizo de Santa Cruz una fortaleza en la cual refugiarse. La información sobre la
fuga de dinero fue sólo difundida por un portal en Internet. El resto la ignoró
y los diarios nacionales no llegaron a la capital provincial. Otra de las
defensas importantes corrió por cuenta de la Procuradora General de la Nación,
Alejandra Gils Carbó, promotora de la reforma judicial y solidaria con el grupo
de jueces y fiscales que promueven una “justicia legítima”. Gils Carbó se
abstuvo, al menos hasta anoche, de pedir la actuación de hecho de algún fiscal
frente al grave tenor de las denuncias. Esos fiscales sufren la presión cotidiana
de los “comisarios políticos” designados por aquella mujer. Una novedad surgió
de mano de la diputada Elisa Carrió quien, con el video del programa Periodismo
Para Todos, amplió ante el juez Julián Ercolini una denuncia que había
realizado en 2008 por una supuesta asociación ilícita de funcionarios
kirchneristas y empresarios ligados al Gobierno. Ercolini se excusó y la causa
cayó en manos del juez federal Sebastián Casanello. Hubo otras cuatro
denuncias, todas desde la vereda de la oposición política. El informe
periodístico divulgado el domingo por la noche reunió los peores ingredientes
para cualquier Gobierno. No sólo testimonios sobre una corrupción olfateada
públicamente desde hace rato y, de modo sistemático, simulada por el
cristinismo con la máscara del relato. También la trama entre política y
farándula, que ayudó a multiplicar y potenciar su difusión. Leonardo Fariña es
el marido de la modelo Karina Jelinek; Fabián Rossi es, a su vez, el esposo de
la vedette Iliana Calabró, hija del célebre cómico Juan Carlos.
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