Mancipia.
Zombis, es el espíritu de las
pascuas lo que invade a estos cristianos de mierda, no descansan ni siquiera en
los momentos de descanso auto destruyéndose porque aunque argumenten lo
contrario al destruir la economías del lugar adonde viven se destruyen ellos
mismos pero no lo entienden ahora ya lo entenderán cuando les lleguen los
momentos de sus infiernos, estos, que seguramente son los que este miércoles
hoy mañana pasado todos los miércoles de mierda de sus vidas de mierdas de
mercaderes con los ojos llenos de lagañas todavía estén abriendo la ronda del
dólar paralelo en la city porteña, blue le llaman porque encima de
especuladores las van de ocurrentes, no son más que esclavos de sus
pertenencias de los bienes materiales que no se llevarán a sus tumbas, con las
cuales no solamente pueden hacer o hacen lo que se les viene en ganas, que está
bien, sino también perjudican a los demás, propio de la estupidez más selecta de
la nacionalidad, de esclavos. (Resumen) el fenómeno empezó el jueves pasado y
hasta ayer todavía se podía advertir: las colas que hacían los turistas
argentinos frente a los cajeros automáticos de los bancos en los principales
puntos turísticos de Uruguay. Esta fue una de las postales más llamativas de
esta celebración de la Semana Santa, en un feriado extendido en la Argentina a
causa de la conmemoración del Día del Veterano y de los caídos en la guerra de
Malvinas. Se trata de una nueva modalidad que se impuso durante este verano
como consecuencia de la extensión del cepo cambiario impuesto por el gobierno
de Cristina Kirchner: los argentinos cruzan a Uruguay con todas las tarjetas de
crédito que poseen, con las que extraen la mayor cantidad posible de dólares
como un adelanto de gastos, que luego será cargado en el resumen del titular a
la cotización oficial. Así, de regreso a la Argentina, los turistas llevan
consigo los billetes verdes y luego los venden en el mercado paralelo, donde
cotiza en torno de $ 8,45 para la venta y levemente por debajo de $ 8 para la
compra. Teniendo en cuenta que el dólar “tarjeta” cotiza apenas arriba de $6
($5,10 más el recargo del 20% que aplica la AFIP sobre los consumos con tarjeta
de crédito en moneda extranjera), quienes apelaron y apelan a esta estrategia
obtendrían una ganancia de más de 2 pesos por cada dólar. Esta operativa fue
muy notoria en Punta del Este, lugar en el que se produjo la mayor concentración
de argentinos. Según pudo constatar Clarín con operadores y comerciantes de la
península, se vieron filas muy importantes (en algunos llegaron a juntarse
hasta alrededor de veinte personas) a toda hora, inclusive en la noche, frente
a los cajeros automáticos. Pero las colas de argentinos en esta Semana Santa
también se vieron en Colonia, Montevideo y la zona termal (Paysandú y Salto),
que son los lugares también muy frecuentados por argentinos. Si bien es cierto
que hay un límite de extracción, que lo marca cada banco emisor de la tarjeta
(por ejemplo Itaú Uruguay el máximo diario es de U$S 500) quien trae varias,
puede acceder tranquilamente a un cifra en dólares de tres ceros. Quien lo hace
precisa contar con tiempo para pasar las tarjetas y con la paciencia de la
gente que está atrás. Pero como todos persiguen el mismo objetivo, se advirtió
mucha flexibilidad. Lo que provocó malestar en algunos casos fue que la movida
hizo que, antes de lo habitual, muchos cajeros se quedaran sin disponibilidad
de dólares. En una nota del domingo, el diario montevideano El País consignó
que, con las peripecias monetarias que enfrenta Argentina, las casas de cambio
en Punta del Este “hicieron su zafra”. Pero en diálogo con este diario, Mario
Burgos, responsable de una casa de cambio en avenida Gorlero, relativizó esa
información. “Los argentinos, en general, se volvieron con los dólares, casi
que no cambiaron con nosotros, porque se lo pagábamos a $7,70 menos de lo que
se lo pueden lograr allá. La mayoría cambió algunos pesos uruguayos para
moverse en estos días”. Lo que también pudo observarse fue a varios argentinos
adquiriendo en Uruguay diversos productos importados que son difíciles de
conseguir en su país.
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