domingo, 7 de abril de 2013

En primera persona;


DURITIA.

Durezas, uno que es viejo tiene los recuerdos de los kilos de chocolates donados durante la guerra de Malvinas para morigerar el frío de los soldados en el frente que aparecieron en quioscos donde los vendían comerciantes inescrupulosos a los que no siquiera les importaron las identificaciones de donación para la guerra, uno que es viejo tiene recuerdos de inundaciones más graves en lugares menos mediáticos por decirlo en semántica más moderna, de pueblos enteros arrasados por barros provenientes de cerros y montañas degradados por las deforestaciones irracionales, pueblos y habitantes en todo caso que no figuraron en titulares porque son del “interior” de la puta patria, igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, solidaridad, en sociología, el sentimiento de unidad basado en metas o intereses comunes se lee en la wiki y de esto nosotros nada, en cambio colaboración es, genéricamente, todo proceso donde se involucre el trabajo de varias personas en conjunto; tanto para conseguir un resultado imposible o muy difícil de conseguir mediante el trabajo individual como para ayudar conseguir algo a quien por sí mismo no podría, y de esto nosotros más o menos pero no es solidaridad como decimos cuando nos golpeamos el pecho, a propósito de la última tragedia y de una oportunidad más en nuestra impresentable historia donde aparecemos todos haciendo de chapulines colorados cuando nos interesa un carajo el prójimo, la colaboración es coyuntural fugaz efímera insustancial sirve a las superficialidades de aparecer cuando hay que demostrar que algo nos importan los que viven cerca nuestro en la presunta identidad nacionalidad, la solidaridad en cambio es estructural duradera permanente perdurable, la colaboración sirve de explicación cuando uno se conmueve con el otro como para regalarle un colchón aunque haya que comprarlo de primera mano pero no sirve de explicación cuando uno compra dólares para embromarlo al gobierno que obligado devaluará para que nosotros hagamos la diferencia aún a costa del hambre de otros compatriotas con ingresos fijos, la colaboración sirve para la foto la solidaridad para ser menos diferentes, con la colaboración en el día después continúan la pobreza y la riqueza con la solidaridad la pobreza y la riqueza se amortiguan, o sea somos más bien colaboradores y, en algunos momentos de nuestra historia, colaboracionistas, aunque no nos gusten las palabras o estos recuerdos aunque no nos guste reconocer que falta ese “juicio” a la responsabilidad social de decir fuimos todos cuando entramos en las sombras por lo menos los que quedamos adentro, solidarios no somos. (Recortes) La reacción fue inmediata y masiva. Miles de voluntarios participaron en la recolección y distribución de donaciones que hicieron llegar miles de vecinos. Empresas, organismos del Estado, artistas y deportistas se sumaron a la cruzada. El drama de decenas de familias, las pérdidas y el dolor tuvieron su contracara en la solidaridad popular con los damnificados, que se desencadenó en forma masiva en distintos puntos del país. El caudal de donaciones proveniente desde la sociedad civil, sindicatos, centros de estudiantes, artistas, entidades vecinales, empresas y organismos públicos fue incesante. La explosión solidaria sumó sobre todo alimentos, ropa, frazadas, pañales y calzado a la asistencia del Estado, que acercó a las víctimas colchones, agua potable y medicamentos, además de la asistencia alimentaria. Fueron centenares los voluntarios que se sumaron a la tarea de recibir, clasificar y trasladar las donaciones, una tarea que, por el volumen de lo acumulado, parecía interminable. Jóvenes scouts y militantes religiosos participaron de la movida. También se destacó la participación de militantes jóvenes, que organizaron la recepción y distribución de donaciones en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata, con participación activa de Unidos y Organizados y La Cámpora. “Se distribuyeron 500 pañales, 433 colchones, 336 frazadas, 890 prendas de vestir, 630 alimentos y 500 litros de agua en once centros de evacuados distribuidos en la ciudad, donde hay más de 1000 compañeros trabajando”, informó Emmanuel, responsable de la logística del centro. Desde la Catedral Metropolitana partieron cuatro camiones con 28.000 kilos de elementos para los damnificados, que los de donantes convocados por la Red Solidaria acercaron a la Catedral porteña (ver página 8). Cáritas estableció su centro de recepción en el santuario de San Cayetano, en Liniers, y otro en el Colegio Marín, de San Isidro. Aerolíneas Argentinas y el Correo Argentino salieron a participar de manera activa en los distintos operativos de ayuda en favor de los damnificados. Aerolíneas Argentinas envió voluntarios y puso a disposición su capacidad de bodega y la de Austral para trasladar donaciones desde el interior, mientras el Correo recogió ayuda en todas sus sucursales.

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