Y
está bueno porque ahora habrá un motivo como para que los que no nos veían no
vean y sepan quiénes somos y que además se den cuenta que, como los demás de
las economías diferentes, somos humanos comunes con las mismas prerrogativas
errores deberes aciertos que los de cualquier otros lugar del mundo, que así
como estamos hermanados en la finitud irreversible de la existencia, debemos
estarlo en las atenciones adecuadas que deben prestarse a los hermanos por unos
u otros motivos, virtuosos o viciosos, fueron desplazados del sistema al punto
de caer en la indigencia y en la posibilidad cierta de contar con nomás de un
dólar por día para comer, y que eso no es culpa unilateral de algunos y de la
inopia o las predisposiciones personales de unos cuantos que lo eligen, la pobreza
no es una elección personal aunque en muchas ocasiones se confunde con el
ascetismos y virtudes similares, la pobreza la indigencia son determinantes
sociales que se derivan de otro condicionante social que es la acumulación
desmedida de patrimonio físico o monetario, no es un acto de la voluntad
individual es en todo caso un acto de la voluntad social expresada en las
relaciones de producción que a la vez trazan los diagramas de la distribución
del ingreso global, así que con lo que pasó por lo menos los que somos del palo
podemos tener la esperanza de bendiciones complementarias a las cotidianas. La
Iglesia católica enfrenta una crisis con múltiples aristas que debería
obligarla a adoptar reformas para conservar su influencia en una sociedad cada
vez más secularizada, afirman varios expertos. Al anunciar su dimisión
prácticamente sin precedentes al trono de Pedro, Benedicto XVI alegó "falta
de fuerzas" para hacer frente a su misión en un mundo "sujeto a
rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida
de la fe". Feroz guardián del dogma durante el papado de Juan Pablo II,
Benedicto XVI apostó a lo largo de ocho años por la ortodoxia para hacer frente
a las amenazas que pesan sobre la Iglesia. Pero su corto pontificado estuvo
salpicado de escándalos que han desacreditado a la institución, como el de los
abusos sexuales, el del banco del Vaticano -el Instituto de Obras para la
Religión (IOR)- y el caso "Vatileaks" de filtración de
correspondencia privada de Benedicto XVI que reveló una trama de abuso de poder
en la Curia. Una semana antes del cónclave, el cardenal sudafricano Wilfrid
Napier, arzobispo de Durban, dijo en una entrevista que el nuevo papa
"deberá interrogarse sobre lo que de verdad sirve al bien de los
hombres". "Las instituciones eclesiásticas deben ser un apoyo a la
acción evangelizadora y no un freno. Demasiadas veces se da más hacia el
exterior una imagen de contraposiciones y ambiciones que de servicio a los
fieles", agregó en una entrevista con el diario italiano La Stampa. Aunque
a nivel doctrinario no parece haber posturas muy opuestas en la jerarquía
eclesiástica, dado que los 115 cardenales electores, todos nombrados por Juan
Pablo II o Benedicto XVI, son más o menos conservadores, existen diferencias
respecto a la forma de gobernarla. "Precisamente esa unidad doctrinal
faculta que se manifiesten sin rémoras las diferencias que existen acerca del
problema, completamente mundano, de la gobernanza de la Iglesia", escribió
el filósofo Paolo Flores de Arcais, director de la revista MicroMega, en un
editorial publicado en varios diarios. "La actitud que ha de tomarse en lo
que atañe a la pedofilia del clero y la cuestión de la banca vaticana (IOR) son
los dos grandes problemas que ven enfrentados a curiales y anticuriales",
es decir entre los que trabajan en la maquinaria vaticana y los que viven lejos
de Roma, agregó. Sin embargo, los eclesiásticos relativizan la gravedad de la
situación, afirmando que el cristianismo sobrevivió a peores crisis. "No
podemos olvidar que todo empezó con una crucifixión y con uno de los doce
apóstoles que lo entregó (a Jesucristo)", dijo el sacerdote español José
María Laporte, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad
Pontificia de la Santa Croce. "Es cierto que hay que hacer reformas y que
hay cosas que no van, pero siempre ha sido así. Ha habido también momentos en
que los hombres de la Iglesia no hemos estado a la altura de las
circunstancias, pero eso no significa que todo esté mal", dijo a la AFP,
resumiendo la posición imperante en buena parte de la Iglesia. La modernización
más esperada por los expertos es la de la curia, que todos los cardenales examinaron
también antes del cónclave, con el fin de aligerarla. "La reforma de la
curia debe conducir a una simplificación de las estructuras, la curia no debe
ser un órgano de gobierno", dijo Andrea Tornielli, vaticanista de La
Stampa. Este experto sugiere que "para evitar los problemas de los últimos
años" se podría introducir un "nuevo organismo colegial" en el
gobierno de la Iglesia. La colegialidad era una de las grandes metas del
Concilio Vaticano II (1963-1965) que intentó poner al día a la institución,
algo que los progresistas consideran como un objetivo incumplido. El
controvertido IOR, que gestiona un patrimonio de 5.000 millones de euros,
necesita igualmente una limpieza tras las críticas por su falta de
transparencia. La mayor publicación religiosa italiana, Famiglia Cristiana,
hizo recientemente un llamamiento para que el IOR salga del sistema financiero
internacional y se transforme en un "banco ético". El tema del banco
fue abordado en el último día de la asamblea de cardenales, la víspera del
cónclave, una tardanza que el portavoz del Vaticano justificó diciendo que
"no es el punto principal para establecer los criterios para la elección
del papa".
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