Ladran Sancho señal que
cabalgamos dice el gran maestro del que se olvidan nuestros presuntos e
inventados maestros chirolitas recibidos con honores ¿pagados? En la UBA
notables pensadores que no conocen ni el chaco ni el altiplano que no conocen
la cordillera y se olvidaron de nuestra negra historia de personajes parecidos
a ellos, ellos andan esos con aplaudidores propios y salarios pagados por los
de las corporaciones, lo grave es que no se interrumpen en las postas
generacionales lo que es un presagio del tiempo que llevará hacer las
correcciones para que alguna vez hablemos seriamente de las cosas que son
serias que no significa hacerlo sin alegría, falsos profetas galardonados como
profetas gracias a los contratos suculentos que combinan y firman con los que
ya sabemos comprando y vendiendo para sus propios intereses porque para ellos
los que menos tienen son una cifra nomás o una limosna los domingos antes de
entrar a las misas de los domingos donde los curas amigos los perdonan de todas
sus mezquindades y sus mentiras; desde los palcos, "los soldados de
Perón" vibraron con la "jefa", "Nosotros, marineros del
SOMU, pagamos impuestos ¿y Clarín, por qué no, Lorenzetti?" A las diez de
la mañana, el volante estaba por todas partes. A las diez de la mañana, en
Pichincha y Belgrano, encontré la columna de la Uocra. Ómnibus por decenas, de
donde bajaban manifestantes con carteles recién impresos. La Uocra dobló por
Entre Ríos. Los integrantes recibían una botella de agua desde la caja de un
camión: no gaseosa ni choripán. Frente a la gran escalinata del Congreso, las
prolijas banderas blancas de la Tupac Amaru. No son los jujeños, son los Tupac
de Buenos Aires. También una considerable superficie cubierta por Miles, de
Luis D'Elía. Poco más atrás, largo cartel de Mario Ishii ("Cristina
presidenta, Ishii gobernador); también La Matanza con banderas que mentan a
Fernando Espinoza y a las Cooperativas de Trabajo. Por Rivadavia y hasta la
plaza Lorea, La Cámpora. Son muchos, unidos y organizados, remeras, banderas,
imágenes de Néstor. Han hecho cordón de uno y otro lado de Rivadavia. Una
militante me indicó que no podía pasar. Le dije: "No sos de la
policía", y crucé para caminar por el espacio libre, por donde iba a
llegar la Presidenta. Después de La Cámpora, los trabajadores de hospitales,
uno de cuyos carteles recordaba a Ramón Carrillo, el innovador ministro de
Salud Pública de Perón (ésa es una de las escasas remisiones históricas del
acto). Después Nuevo Encuentro; los militantes de Sabbatella se abastecen de
remeras verdes flamantes, que forman una pila sobre el pavimento. También de
verde, los de Kolina, con leyenda en la espalda: "Las Malvinas son
argentinas". Más allá, Frente Grande, más Miles, Frente Transversal. Toda
la simbología desplegada: Nestornauta, San Martín, Malvinas. Los vendedores, en
sus rectángulos montados sobre caballetes, ofrecían prendedores alusivos. Uno,
especialmente, representa el deseo: Cristina con coronita y la inscripción
"Cristina Reina". Poco Perón y Evita. Desde plaza Lorea hasta la 9 de
Julio, todo lleno, excepto el pasaje central delimitado por la policía. Allí,
en plaza Lorea, encuentro lo que más me impresiona: una banda de vientos y
percusión, cuya jefa es una mujer vestida con el traje que se identifica, en
Buenos Aires, como boliviano. A la cabeza de los músicos, dos chiquitas llevan
cada una su cartel: una foto de Evo Morales y un dibujo de las Malvinas (en el
Congreso se exhibió la bandera del Operativo Cóndor, convertido así en otro
Gaucho Rivero de la saga). Suenan fuertes y agudos los bronces de la banda.
Cuando les pregunto de dónde vienen, una mujer me dice: "Soldati". Yo
le vuelvo a preguntar: "¿De Barrio Charrúa?". Asiente. No se gana una
elección sólo con movilizaciones. Pero ese territorio, ocupado por estos
manifestantes, donde viven en condiciones seguramente malas, aunque sienten que
sus vidas han mejorado, ese territorio es una pieza fundamental. Lo ha sido
siempre para el justicialismo, que lo cultiva con plata y con organización. No
sólo con dinero, ni sólo con militancia. Por eso necesita ocupar el Estado. Sin
Estado, se produce el éxodo de intendentes y jefes. Sin plata, el territorio se
deshace. La Presidenta sabe que sus ambiciones fundacionales necesitan al
Estado y, por eso, el modelo indica seguir ocupándolo. Cuando la Presidenta
terminó su discurso anunciando que enviará al Congreso un proyecto de ley por
el cual el Consejo de la Magistratura resulte del voto ciudadano, caigo en la
cuenta de que el volante de los obreros marítimos era, a su manera, una
anticipación.
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