viernes, 6 de enero de 2012

hojas transparentes

Gabriele D'AnnunzioEL INEFABLE GOZO Celebra el grande, el inefable goce de vivir, de ser joven, de ser fuerte, de hincar los dientes ávidos y blancos en los más dulces frutos terrenales. De posar las audaces, sabias manos sobre todo lo más puro y secreto, y de tender el arco contra todas las presas que voraz deseo asecha.



De oír todas las músicas livianas, y mirar, con pupilas fulgurantes, la bella faz del mundo, como mira un amante feliz a su adorada. A ti el placer, ¡oh amiga! ¡A ti el ensueño! ¡Yo quiero revestirte la más roja de las púrpuras regias, siquier tiña su seda con la sangre de mis venas. Yo quiero coronarte de albas rosas para que así, transfigurada, cantes la divina Alegría, la Alegría, la Alegría, magnífica, invencible!
UN SUEÑO Estaba muerta, sin calor La herida era visible apenas en el flanco: ¡estrecha fuga, para tanta vida¡













El lienzo funeral no era más blanco que el cadáver. Jamás humana cosa verá el ojo, más blanco que aquel blanco.










Ardía Primavera impetuosa. Los cristales, do cínifes inermes Golpeaban con ala rumorosa...













Huyó de ella el calor, Yo dije: ¿Duermes? Con un salvaje sonreír violento más cerca repetíle: ¿duermes? ¿Duermes?















¿Duermes? Y al recordar que aquel acento no era el mío, me crispó de pavura, escuché. Ni un murmullo, ni un acento.












Cautivo de la roja arquitectura, se dilataba en el bochorno un fuerte olor a destapada sepultura.










El hálito invisible de la muerte me estaba sofocando en la cerrada habitación. A la mujer inerte,


¿Duermes?, le dije. ¿Duermes?



Nada nada... el lienzo funeral no era más blanco. Sobre la tierra de los hombres, nada Verá el ojo más blanco que aquel blanco!...

No hay comentarios:

Publicar un comentario