domingo, 1 de enero de 2012

hojas arrugadas





Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían.





Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres.
Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta.



Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día.
Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey.

Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un
aberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere. Borges.
Las palabras, de Caligari en La Nación, lo que somos, "¿Sería extraño que hubieran desarrollado una tecnología para inducir el cáncer y nadie lo sepa hasta ahora y se descubra esto dentro de 50 años o no sé cuántos?" (Del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en alusión a los Estados Unidos.) Dijo el gran Maxwell Smart sobre Control: "La CIA está en los diarios todo el tiempo y el FBI tiene su propio programa de televisión. Nosotros somos la única organización secreta de la que nadie oyó hablar". ¿Nadie? No. Hay alguien que está al tanto de todo, alguien que por haber cultivado relaciones con las máximas figuras de Kaos está, evidentemente, bien dateado . Al comandante Chávez es muy difícil venderle buzones o hacerle pasar gato por liebre, porque el comandante Chávez es un astutísimo agente del recontraespionaje al que nadie encontrará nunca desorientado. Claro que el complot que insinúa Chávez les suena extraño a los hombres sin imaginación, no tanto porque para creer en él hay que admitir la posibilidad de que se haya aislado el virus del cáncer, sino por las dificultades que plantea el operativo de administración selectiva. ¿Cómo harían los yanquis para inocular la pócima cancerígena entre los presidentes latinoamericanos que se atrevieron a hacerse los gallitos con ellos? ¿Mandarían enanos verdes para que se cuelen en sus despachos? ¿Les regalarían bombones envenenados? "No nos digas que éste también es un sucio truco del tío Sam", le dirían a Chávez. Y cuando Chávez contestara que sí, retrucarían: "Te dijimos que no nos lo dijeras". Pero la tesis de la conspiración resiste. Como diría el perverso conde Von Siegfried: "¡Esto es Kaos! ¡Ni una pizca de sentido común aquí!" ¿Vieron las "fotos de familia" que se sacan los mandatarios en las reuniones internacionales? Bueno: observen con cuánto disimulo Barack Obama se ubica cada vez al lado de alguien distinto. Miren sus manos cuando las apoya en el hombro o la espalda del vecino. ¿No sobresale algo entre los dedos apretados? ¿No podría ser una jeringuita? ¿No les parece raro que cuando le dijeron que Chávez sospechaba de él, Obama haya empalidecido y que dijera, un segundo después: "Exijo el Cono del Silencio"?

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